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Eutanasia

Declaración sobre la Eutanasia

Introducción

Los derechos y valores inherentes a la persona humana ocupan un puesto importante en la problemática contemporánea. A este respecto, el Concilio Ecuménico Vaticano II ha reafirmado solemnemente la dignidad excelente de la persona humana y de modo particular su derecho a la vida. Por ello ha denunciado los crímines contra la vida, como "homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado" (Cons. Past. Gaudium et spes, n. 27)

Defender el don de la vida

Mucho me complace poder dedicar esta mañana a la búsqueda de los puntos de contacto sobre la eutanasia, mas allá de la diversidad de nuestras posiciones. Para comenzar el debate, propongo una serio de reflexiones que no serán, o lo serán en mínima parte, una repetición de las consideraciones expuestas anteriormente.

Dentro de este círculo humanista, nuestra debate versará sobre un hombre que asesina a otro hombre, y sobre un acto intencional que provoca directamente la muerte, ya mediante la acción de dar la muerte, ya mediante la omisión de los cuidados.

¿Debería aceptarse la EUTANASIA?

Por eutanasia se entiende una acción u omisión que por sí misma busca la muerte en orden a eliminar el sufrimiento.

Una sociedad avanzada es la que logra evitar la soledad de los ancianos, la que cuenta con médicos que saben cuidar cuando ya no pueden curar, la que ofrece los cuidados para dominar el dolor. En cambio, legalizar la eutanasia es una declaración de derrota social. El tema de la eutanasia no es tanto el sufrimiento del enfermo, sino el sufrimiento del que lo cuida y ayuda. Hoy día no se quiere sufrir.

Terapias verdaderas

No es terapia eliminar a enfermos para que sólo nazcan y vivan los sanos. No es terapia buscar caminos para que el hijo “perfecto” siga adelante y el hijo “dañado” sea eliminado. No es terapia invertir dinero para diagnósticos que llevan a suprimir a miles de embriones no queridos.

Paradojas de la eutanasia

Crece continuamente el número de enfermos incurables y de ancianos que no pueden valerse por sí mismo. Aumentan los casos de niños, jóvenes o adultos que se encuentran en situaciones de invalidez irremediable. Todo ello suscita un sinfín de gestos de solidaridad, de apoyo, de altruismo. Pero no han faltado, en diversos lugares del mundo y con gran difusión de algunos medios de información, algunos casos en los que se ha pedido el recurso a la eutanasia.

Lo que merece el enfermo terminal

Lo que merece el enfermo terminal

Dejemos de lado, por un momento, la palabra “eutanasia”. Porque con ella algunos dicen una cosa y otros otra.

Fijemos, entonces, nuestra atención en el enfermo, en sus deseos y temores, en su fragilidad y su dolor, en su dependencia cada vez mayor de las manos y de la honestidad del equipo médico.