Educar en valores y virtudes
En una homilía sobre la Virgen, San Bernardo decía: “Cuando se levanten los vientos de las tentaciones, si tropiezas con los escollos de la tentación, mira a la estrella, llama a María. Si te agitan las olas de la soberbia, de la ambición o de la envidia, mira a la estrella, llama a María. Si la ira, la avaricia o la impureza impelen violentamente la nave de tu alma, mira a María.
Hay tres puntos que hemos de conseguir para que nuestra acción social sea coherente con nuestra fe:
· Conocer la Doctrina Social de la Iglesia
· Ejercer nuestras actividades temporales a la luz de esa doctrina
· Procurar que los principios que contiene sean comprendidos por los demás.
La coherencia de vida es una característica de la autenticidad de vida . La división, la incoherencia, la falsedad, la ruptura entre lo que se piensa, se dice y se hace, muestran que falta una recia unidad de vida. El esfuerzo diario por conseguir la unidad de vida, nos lleva a ser cada vez más coherentes. La unidad de vida comprende tanto a la persona misma como a sus obras, pues excluye fisura entre ambas.
El argumento que se repite con frecuencia, desde la antigüedad hasta nuestros días, es: "O Dios puede vencer el mal y no quiere, y entonces no es padre; o quiere vencerlo pero no puede, y entonces no es todopoderoso". A ese razonamiento respondemos: Dios quiere vencer el mal, puede vencerlo y lo vencerá. El mal físico y el mal moral. Pero ha elegido hacerlo de una manera que nosotros nunca nos habríamos imaginado.
Yo creo que la vida es maravillosa, fascinante. Se trata de disfrutarlas las cosas según vienen. A veces uno se pregunta: ¿Qué misterio encierra el amor, que puede hacer feliz o desgraciada a una persona?
Todos los días, en algún lugar del mundo dan las doce –por el movimiento de rotación de la tierra- y se reza el Angelus sucesivamente. Al rezar esta oración centrada en la encarnación del Verbo, nos sumergimos en la contemplación del misterio de Cristo.
La costumbre de contemplar el anuncio del ángel Gabriel a María de Nazaret (Lc. I, 26-38) influyó en las comunidades cristianas de los primeros siglos en la comprensión del misterio de la encarnación. Dan fe de ello las aportaciones de los Padres, tanto orientales como occidentales.
Hay circunstancias en que nuestra libertad se ve lesionada, pero otras veces es el mismo ser humano el que se engaña a sí mismo cegado por las pasiones, el temperamento o el ambiente. Todos podemos elegir el camino fácil en lugar del arduo.
El ser humano recibe la vida como un don y como una tarea. Está dotado para realizar múltiples actividades y para forjar una personalidad propia. Puede tener buenas o malas amistades que dan lugar a “encuentros” profundos o superficiales.
La sexualidad no es un juguete que podamos tomar o dejar a nuestro gusto. En cuanto entramos en su radio de acción, quedamos sometidos en buena medida a sus leyes implacables.
San Juan Crisóstomo escribió, en el siglo IV; un libro sobre La vanagloria y la educación de los hijos. A este santo, arzobispo de Constantinopla, la gente le puso el apodo de "Crisóstomo" que significa: "boca de oro", porque sus predicaciones eran enormemente apreciadas por sus oyentes. Este el más famoso orador nació en Antioquía (Siria) en el año 347. Era hijo único de un gran militar y de una mujer virtuosísima, Antusa, que ha sido declarada santa también.
En la vida podemos seguir dos procesos: el proceso de “éxtasis” y el de “vértigo”. Son dos formas opuestas de comportarnos: Una que nos construye como personas y otra que nos destruye; una que nos lleva a la felicidad, y otra que nos hunde en la desesperación; una inspirada en una actitud de generosidad y otra basada en el egoísmo.