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Aprendiendo a amar y a ser feliz

Yo creo que la vida es maravillosa, fascinante. Se trata de disfrutarlas las cosas según vienen.  A veces uno se pregunta: ¿Qué misterio encierra el amor, que puede hacer feliz o desgraciada a una persona?

Hay que precisar que no es lo mismo amar una "idea" que amar a una "persona". Si uno se cree que ama a una persona pero lo que ama es una idea de persona, la frustración puede ser tremenda. El «flechazo» significa el encuentro con el «ideal». Porque existe el ideal, existe el "flechazo". Los autores literarios lo describen poniendo en boca de él o de ella frases como esta: "te acabo de conocer y me parece que te conozco de toda la vida". Eso lo dicen en el momento en que ambos se conocen. Ya se ve que aquí hay un error. Lo que cada uno conoce "de toda la vida" (o lo parece) es su "ideal". Obviamente, no todos los enamoramientos inician en un flechazo.

Existen otros sentimientos que pueden desorientar a la gente joven en su empeño por crear un amor duradero y estable. Muchos que se casan pensando que sienten el verdadero amor, y no es verdad que lo sientan. Ramón Montalat –doctor en Derecho- lo llama "la especial complacencia de descubrirse a sí mismo como un ser capaz de inspirar amor (…) Dejarse querer no es querer. El amor es un sentimiento mutuo, que impulsa a la mutua donación, a la entrega total de uno mismo al otro y viceversa. Podría decirse que es el encuentro de dos amores, es decir de dos personas que deciden y se comprometen irrevocablemente a compartir toda su vida".

Otro error no pequeño es confundir el amor con el deseo, inconsciente o no, de participar en la fama del otro, o de su dinero, o de una familia con solera.

¿Y cuales son los elementos que componen el amor? El Dr. Ramón Montalat responde de maravilla a esta pregunta:

Pueden reducirse a cuatro: El primero es la atracción mutua, física y moral; si unos novios no se sienten atraídos en alguno de estos aspectos, es mejor que lo dejen. El segundo es la imaginación: hace falta ejercitar la imaginación para descender de la "idea" a la "realidad"; pero también se requiere imaginación para verse conviviendo toda la vida con una persona que tiene tales o cuales defectos... Tercero, el dominio del "yo"; el "yo". como es natural, ha de intervenir íntimamente para que el amor sea personal, pero, a la vez, hay que mantener el "yo" a raya para que no lo invada todo y anule al otro; ambos deben dominar su "yo" respectivo (eso es propiamente libertad, dominio, señorío sobre uno mismo) para que pueda existir entre ellos "amistad". Cuarto, es, precisamente, la amistad; marido y mujer deben ser los amigos más íntimos entre todos los amigos; y esa posibilidad debe verificarse en el noviazgo: hacerse y comprobarse; hay parejas que se gustan, pero que no tienen capacidad para ser buenos amigos. ¡Que lo rompan, porque no serían felices!

No tenemos miedo al cuerpo sino a una elevada valoración de la corporalidad.

Los hombres y las mujeres que han perdido su virginidad siendo solteros, aunque acaben literalmente donde comenzaron, no son los mismos, han perdido algo en el camino.

La modernidad la construimos cada uno de nosotros cuando no nos dejamos llevar por la rutina, sino que difundimos a nuestro alrededor la novedad de cada día, de lo ordinario, con un sello de actualidad, de juventud, con el paso ágil de quien camina bajo la mirada amorosa de su Padre Dios.

Seguramente, esos momentos de felicidad real están unidos a ocasiones en las que estuvo presente el amor, el amor verdadero, momentos de intercambio espiritual: un encuentro, una mirada agradecida, una palabra de cariño. A veces no se entiende por qué viene el rompimiento, y es por egoísmo. Escribía Maurice Mitchell: "No pidas a Dios que nos haga felices, sino útiles. La felicidad vendrá después, porque la felicidad consiste en darse"  Otro autor dice: "Si le dieras gracias a Dios por todas las alegrías que Él te da, ya no te quedaría tiempo para quejarte." (Maestro Eckhart)

¿Te das cuenta? Pon del revés tu escala de prioridades, tus valores de vida, y encontrarás otro estilo existencial, derivado del amor como única moneda de cambio. Un estilo de vida que cambiará tu realidad de hoy para darte la verdadera felicidad.

He visto a muchos pobres felices... he visto a muchos ricos desgraciados. He visto a quien no tiene nada no necesitar nada para ser feliz. He visto a quien tiene mucho, gastar la vida en conseguir más, sin lograr la felicidad.

Todo tiene su parte positiva. "Ante las dificultades de la vida, ante las pruebas, sufrimientos, enfermedad, muerte. Tienes derecho a llorar. Pero, incluso en medio de ellas no tienes el derecho de divorciarte de la alegría, de la esperanza" (Michael Quoist).

Te dirás: ¿y por qué tengo que creer eso? Respondo, o mejor dicho, responde José Ortega y Gasset: “Si Dios se ha hecho hombre, ser hombre es la cosa mas grande que se puede ser" (J. Ortega y Gasset, filósofo y ensayista). Albert Einstein decía: Yo quiero conocer los pensamientos de Dios; el resto son detalles."

Una de las cosas que dan más alegría es tener amigos, —no cómplices— buenos amigos. Nuestros amigos reflejan nuestro perfil interior. Dice un autor del Siglo de Oro, Baltasar Gracián: "Cada uno muestra lo que es en los amigos que tiene".

Requerimos comunicarnos: escuchar y ser escuchados, sin embargo nos encanta hablar y pocos son los que saben escuchar. El escritor " Ernest Hemingway asentaba:  “Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar.

Amar y ser amado

La fuerza que actúa en las personas, es el ansia de amar y ser amados. Una de las aportaciones de Gustave Thibon consiste en su concepto del amor como «totalidad organizada». El propio Thibon pone un ejemplo muy gráfico. Pensemos en el vino, dice este autor; está compuesto por cuatro elementos: agua, alcohol, tanino y colorante. Si tomamos un poco de cada una de estas sustancias y las mezclamos en un recipiente, ¿qué obtendremos? ¿Vino?, no; lo que obtendremos será una extraña mixtura bastante desagradable. Para obtener vino nos falta algo más. Falta el "principio ordenador".

Thibon, traslada este ejemplo al campo de la afectividad, y distingue las "síntesis afectivas" de las "mezclas afectivas". Se entiende que no basta con mezclar la atracción, la imaginación, el "yo", y la amistad, para que resulte un amor sublime y eterno. Cada uno de estos elementos deberá entrar en composición con los demás en una determinada medida y proporción. Y entonces es cuando el "ansia de amar y ser amado" estructura el amor como una verdadera "síntesis afectiva" capaz de perdurar en el tiempo y hacer que la pareja esté cada vez más unida.

Ahora bien, certeza absoluta que haya un sentimiento profundo y estable, un amor perdurable, no se puede tener en nada humano. En todo caso se puede hablar de una suficiente garantía, o de una gran probabilidad. En este sentido, pensadores de todos los tiempos coinciden en afirmar que dos personas tienen mayor probabilidad de llegar a quererse cuanto mayor sea su grado de afinidad. Filosóficamente esta verdad se enuncia diciendo que "lo semejante ama lo semejante", "la semejanza es causa del amor; la desemejanza, causa de odio".

Hay personas que chocan y se quieren poco, porque sólo son semejantes en los "defectos". Y los defectos no unen, sino que separan. Cuando se dice que "la semejanza es causa del amor" hay que referirlo a las "cualidades". Dos personas que poseen cualidades semejantes, es más fácil que lleguen a amarse de verdad.