Pasar al contenido principal

Cultura de la vida

100% chilango

Por el hecho de haber nacido en el Sanatorio del Carmen en la calle Quintana Roo, Colonia Roma, del Distrito Federal, me declaro pública y solemnemente chilango 100% envasado de origen con todas sus consecuencias positivas y negativas, y para cualesquiera efectos que se deriven de ello; incluyendo las bromas de buen y mal gusto que se acostumbran en estos casos.

He de reconocer que lo anotado arriba me llena de orgullo, pues amar el lugar donde hemos nacido es deber de lealtad, y muy mal haríamos en renegar de la cruz de nuestra parroquia.

Encontrarnos Con El Señor

La insistencia con la que Nuestro Señor pide que nos acerquemos a la oración para que se nos dé; que nosotros lleguemos a Él para encontrarlo, es una insistencia que requiere del corazón humano, una grandísima fortaleza interior, una gran tenacidad. Esa tenacidad para que pidamos y se nos dé, se ve muchas veces probada por las circunstancias, por las situaciones en las que nos encontramos.

La vida humana: Un don y un derecho

La vida humana: Un don y un derecho

De entre todos los desafíos que hoy afrontamos los mexicanos, uno destaca con especial importancia, el respeto, en su más amplio sentido, de la vida humana. Atender con gran delicadeza la situación de la vida es un deber humano y cristiano. Todos debemos de trabajar por una cultura de la vida que motive realmente a que nadie, jamás, resulte excluido del desarrollo humano. 

Un no para un sí

El no al aborto es un sí a la vida, al amor, a la alegría, a la paz, a la justicia.

No nos dejemos engañar: decir que existe un derecho al aborto, insistir en que se trata de un problema de “salud pública”, defender que las mujeres pueden decidir con total libertad qué hacer con el hijo que ya existe, es lo mismo que promover una gran mentira, defender un atentado sumamente grave al derecho, atacar lo más bello que hay en el corazón humano: la capacidad de amar sin límites.

Superar la ideología pro aborto

 

En las discusiones sobre el aborto hay pasión y hay argumentos. A veces más lo primero que lo segundo. No nos puede dejar indiferente el que una mujer, una madre, sufra tanto ante un embarazo, se encuentre sola, tal vez presionada, y decida, por sí misma o por miedos, terminar con todo, acceder a un aborto.

En estas discusiones no falta quien acuse a los enemigos del aborto de usar su “ideología” para imponer su punto de vista a toda la sociedad. En esta acusación hay dos aspectos importantes.

La cultura de la muerte

La encíclica Evangelium vitae, publicada por Juan Pablo II en 1995, denuncia en diversos momentos los peligros de la “cultura de la muerte”. ¿Qué se entiende con esta expresión “cultura de la muerte”?

Lo primero es darnos cuenta de que la palabra “cultura” tiene muchos significados. Un primer significado alude simplemente al bagaje personal, a la formación adquirida por un individuo, una formación que incluye tanto conocimientos como capacidades para la acción.

¿Hay malos usos de los métodos naturales?

Muchas personas piensan que el Billings y los métodos naturales para regular la propia fertilidad serían siempre “buenos”: cualquier pareja de esposos podría usarlos sin ningún escrúpulo. Piensan, además, que la Iglesia acepta plenamente cualquier uso de los métodos naturales. Algunos dicen, incluso, que el Billings sería un “método anticonceptivo” aprobado para los católicos, por el hecho de que es “natural”.

Hacia una cultura de la vida

Los hombres y mujeres de buena voluntad pueden hacer mucho para defender a los más débiles: pobres, enfermos, ancianos, “heridos por la vida”, niños, embriones y fetos.

Especialmente por este último grupo de personas, que son eliminados continuamente a través del recurso al aborto. Aborto que se produce en hospitales o en lugares carentes de toda higiene, o a través de píldoras “anticonceptivas” que tienen también efectos abortivos, o con el recurso a la espiral, tan difundida en muchos ambientes sociales.