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Canciones Marianas

Mi alma canta

Mi alma canta,
canta la grandeza del Señor.
Y mi espíritu se estremece
de gozo en Dios, mi Salvador.

Porque miró con bondad
la pequeñez de su servidora: (bis)
En adelante toda la gente
me llamará feliz,
me llamará feliz,
me llamará feliz.

Derribó del trono
a los poderosos
y elevó a los humildes.
Colmó de bienes  a los hambrientos
y despidió a los ricos
con las manos vacías.

María, mírame

María,  mírame;
María,  mírame,
si tú me miras,
Él también me mirará.
Madre mía, mírame
de la mano llévame
muy cerca de Él,
que ahí me quiero quedar.

María, cúbreme con tu manto
que tengo miedo, no sé rezar;
que por tus ojos misericordiosos
tendré la fuerza, tendré la paz.

María,  mírame...

Madre, consuélame de mis penas,
es que no quiero ofenderte más;
que por tus ojos misericordiosos
quiero ir al cielo y verlos ya.

Madre del amor

Tú la amada y favorecida por el Señor
Tú Madre de la inocencia y del amor
Tú que preguntas: ¿Cómo?, y no: ¿Por qué?
Tú que te haces servidora de Dios.

"No temas", dice el ángel
porque has encontrado el favor del Señor,
y en la cruz ha vencido, tu Hijo, Nuestro Salvador.

Madre del amor

Tú la amada y favorecida por el Señor
Tú Madre de la inocencia y del amor
Tú que preguntas: ¿Cómo?, y no: ¿Por qué?
Tú que te haces servidora de Dios.

"No temas", dice el ángel
porque has encontrado el favor del Señor,
y en la cruz ha vencido, tu Hijo, Nuestro Salvador.

María de la alianza

Que silencio más delicado
amor del amor más escondido
eres mujer puerta del cielo
tres colores adornan tu manto.
Bajan las cascadas de los árboles
que caen hasta el suelo
y llegan al santuario.

Quieres dar la mano
y yo pedir la tuya
no puedo estar sin Ti
sin tu mirada pura
tu voz me llena el alma
María de la alianza
palabra hecha flor.

Madre de los pobres

Madre de los pobres
los humildes y sencillos
de los tristes y los niños
que confían siempre en Dios.

Tú, la más pobre,
porque nada ambicionaste
Tú, perseguida, vas huyendo de Belén
Tú, que en un pesebre
ofreciste al Rey del Cielo,
toda tu riqueza
fue tenerlo sólo a Él.

Tú, que en sus manos,
sin temor te abandonaste,
Tú, que aceptaste
ser la esclava del Señor,
vas entonando un poema de alegría
«canta, alma mía,
porque Dios me engrandeció».

María de Nazareth

Por el sendero al río va una mujer,
en el camino el cansancio cubre su rostro.
Cargando ropa de lino,
sus ojos miran al cielo, 
el viento responde a su voz: 
Bendita sierva de Dios,
bendita sierva de Dios.
 
La mujer del carpintero es mujer como todas, 
se levanta muy temprano
y es madre de sol a sol.
¿Qué tiene María de Nazareth, 
que su corazón se alegra, 
canta, ríe, buscando libertad?
  
Su rostro es un sol radiante,

Magníficat

El Señor hizo en mí maravillas
¡santo es mi Dios!

Mi alma engrandece al Señor,
se alegra mi espíritu en Dios,
mi salvador,
pues miró la bajeza de su esclava;
desde ahora dichosa me dirán todos los siglos.

Maravillas hizo en mí el Poderoso
y Santo es su nombre.
Por siglos y siglos su amor
con aquellos que le temen.

Desplegó el poder de su brazo
y deshizo los proyectos
del soberbio corazón.
Derribó de su trono al poderoso
y elevó a los humildes.