En mi pasada colaboración completamos los diez valores que mayor jerarquía tienen para los mexicanos en el ámbito de la familia. Estos, recordarán ustedes, fueron, en orden de mayor a menor importancia:
Unidad; Bienestar material; Solidaridad; Amor; Seguridad; Pertenencia; Colaboración; Cortesía; Tolerancia y Tradición.
Sin embargo, como ya había dicho antes, esta jerarquía de valores no es estática. Situaciones sociales, cambios generacionales, el impacto e influencia de otras culturas, sobre todo a través de los medios y de la emigración, hacen que esta jerarquía cambie, tal vez con mayor velocidad de lo que nunca antes cambió en nuestra historia. No es que se estén perdiendo los valores; lo que se pierde es la importancia que les damos y este cambio de importancia tiene un profundo efecto en la conciencia colectiva, en la cultura de la nación.
Antes de pasar a ver los cambios que, según los especialistas, están ocurriendo en esa jerarquía, vale la pena notar que en estos valores familiares encontramos valores de tipo individual (Bienestar económico, Seguridad) y valores de tipo colectivo (Unidad, Solidaridad, Colaboración, Cortesía, Tolerancia, Tradición) así como algunos que cubren ambos aspectos, como el Amor y la Pertenencia. En el conjunto, en estos valores familiares predominan los valores colectivos sobre los individuales.
Otra manera de ver esos valores tiene que ver con que pertenezcan al conjunto de los valores con efecto económico o los que no lo tengan. De los valores de tipo económico, en la familia se encuentran el Bienestar económico y la Solidaridad; que tienen ambos aspectos, la Seguridad, y la Colaboración; mientras que en los valores de Unidad, Amor, Pertenencia, Cortesía, Tolerancia y Tradición hay aspectos no económicos.
En conjunto, en la jerarquía actual de los valores de los mexicanos, predominan los valores sociales y no económicos, si vemos no solo la frecuencia con que se mencionan sino también su orden de importancia. En la familia mexicana, los valores colectivos predominan sobre el bien individual, y los valores no económicos predominan sobre los económicos.
No es un mal resultado. Aún vemos en los valores familiares una distribución muy positiva. La familia mexicana, en sus valores actuales, es una en donde el bien colectivo predomina sobre el individual y en la cual se da menor importancia a lo económico que a los aspectos como Unidad, Amor, Cortesía y Tolerancia, que son no económicos.
Sin embargo, la tendencia a futuro, sin ser catastrófica, no es igual de positiva. A un plazo de 10 años, la jerarquía de valores familiares sería, en orden de mayor a menor importancia:
Bienestar material, Unidad, Solidaridad, Seguridad, Amor, Pertenencia, Colaboración, Cortesía, Tradición, Placer sexual.
Como pueden ver, los valores individuales ganan importancia. Bienestar económico, Seguridad y Placer sexual (que actualmente tiene el lugar once) la ganan. Unidad y Amor la pierden, mientras que Solo la Tradición, valor colectivo, aumenta de importancia.
Así mismo, los valores económicos ganan importancia y los no económicos la pierden. Bienestar económico y Seguridad ganan importancia; Solidaridad y Colaboración conservan su lugar, mientras que los valores no económicos pierden o conservan su importancia, con la excepción de la Tradición y el Placer sexual.
Ponderando estos aumentos o disminuciones con la importancia de los valores en su jerarquía, también podemos decir que la tendencia es hacia dar más importancia a los valores económicos.
Resumiendo y simplificando un poco, podemos decir que los valores familiares en un futuro tienden a dar mayor importancia a lo individual y a lo económico. Ciertamente no es una tendencia buena.
De darse esta situación (no se olviden que, como decía un chistoso, es muy arriesgado pronosticar, sobre todo el futuro), ¿Cuáles serían las consecuencias?
Lo que veríamos es, en mi opinión, el que se generalizaría un fenómeno que hoy ya se da, pero que no es el caso de la mayoría de las familias. Veríamos muchos grupos familiares donde el egoísmo domine sobre el amor entre los miembros, donde las consideraciones económicas sean motivo de desunión y de separación de la familia. Hogares sin calor, sin tolerancia, sin amor ni cortesía, dominados por el egoísmo de los miembros y por el cálculo de la conveniencia económica. Una perspectiva horrenda, ciertamente.
Afortunadamente, esto no tiene que ser necesariamente así. La cultura mexicana tiene valores admirables y, estoy seguro, encontraremos en ella las reservas de valor y de entereza para evitar esa tendencia y lograr que la familia sea el ámbito en que se equilibren y armonicen los valores individuales y colectivos, los económicos y los no económicos.