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GAMA - Análisis y Actualidad

"El hombre", ¿llegó a la luna?

El 20 de julio de 2009 se cumplen 40 años desde que “el hombre” llegó a la Luna.

Algunos, una minoría exigua pero que se hace oír, niegan el hecho. La inmensa mayoría aceptamos que el 20 de julio de 1969 los astronautas Neil Armstrong y Edwin Aldrin pusieron su pie en la Luna. Luego, otros vuelos espaciales alcanzaron la misma meta, que quizá se repita en un futuro no lejano.

De curas, celibato y otras reflexiones

Fue hace tres años, a la salida de un cine ubicado en el centro de una mega plaza comercial. Estábamos tomando un refresco cuando pasó por ahí: era joven, de buen porte y, evidentemente, se trataba de un novel sacerdote o de un seminarista. Cuando pasó cerca de nosotras una de mis amigas dijo en voz alta: “¡qué desperdicio!”. Él se detuvo, viró con parsimonia, semblante tranquilo, y con voz pausada, clara y masculina dijo: “Desperdicios como yo somos llamados por Dios para tratar de salvar a desperdicios como tú”.

¿Abrir la mente?

Como se sabe, recientemente la Universidad de Notre Dame ha otorgado el doctorado “honoris causa” a Barak Obama. Situación increíble, a decir verdad, en atención a la política absoluta y frontalmente antivida que ha mostrado tener el homenajeado.
 
Pero además, en el discurso preparado para la ocasión, el galardonado sugirió que era necesario un diálogo abierto para acercar a las posiciones irreconciliables respecto del aborto, e incluso que quienes se oponen al mismo debían “abrir la mente” en este sentido.
 

El preservativo no es la solución

Parece que hay competencia por atacar al Papa y a la Iglesia últimamente. Ya casi cualquier excusa es buena (la excomunión levantada a los obispos lefebvrianos, el caso Williamson… y ahora el tema de los preservativos). Y todo por decir lo que la Iglesia (junto con muchos expertos y gente sensata) siempre ha afirmado: que los preservativos no son la solución para el SIDA.

Sexo por curiosidad

“Si me quieres, dame una prueba: ¡entrégate a mí!”, dice el novio.

“Si te quiero a la mala, sí te la daré, para que te degrades tú y, a su vez, me degrades a mí”.

“Hablo en serio, te amo. ¿Cuándo vas a ceder?”, insiste él.

“No soy coche para que me pruebes; soy persona, única e irrepetible. Ceder una o dos veces equivale a rodar cuesta abajo... Hasta aquí dejamos nuestra relación. No quiero que el hombre de mi vida llegue a decirme: “¿cuántas veces has sido probada y rechazada?”.