Santidad y vida pública
Estamos acostumbrados a pensar en el “santo” (obviamente no el luchador de las películas) como un ser particular, hasta cierto punto ajeno a los problemas sociales, que vive pendiente de una realidad trascendente, a la que considera imprescindible. Desde el Vaticano II la Iglesia no se ha cansado de predicar lo contrario: todos estamos llamados a buscar la santidad, cada uno en el lugar que ocupamos en la sociedad. Sin embargo, también hay que decirlo, la grandísima mayoría de las canonizaciones son todavía de sacerdotes y religiosos.