Disculpas, ¿Para cuándo?
Del exitoso viaje del Santo Padre Benedicto XVI a Inglaterra me queda una enorme satisfacción al contemplar, una vez más, la extraordinaria calidad intelectual y humana de este hombre; cómo con diplomacia y delicadeza, frutos de un amor sincero, ha dicho exactamente lo que hacía falta a todo el mundo y lo ha dicho en la forma más atinada. Un luminoso ejemplo de verdad en el amor. Y me queda también un asunto pendiente: la Iglesia ya pidió disculpas por todos los errores de sus hijos a lo largo de toda la historia, y lo ha reiterado en varias ocasiones.