Del exitoso viaje del Santo Padre Benedicto XVI a Inglaterra me queda una enorme satisfacción al contemplar, una vez más, la extraordinaria calidad intelectual y humana de este hombre; cómo con diplomacia y delicadeza, frutos de un amor sincero, ha dicho exactamente lo que hacía falta a todo el mundo y lo ha dicho en la forma más atinada. Un luminoso ejemplo de verdad en el amor. Y me queda también un asunto pendiente: la Iglesia ya pidió disculpas por todos los errores de sus hijos a lo largo de toda la historia, y lo ha reiterado en varias ocasiones. Y los otros, ¿cuándo van a pedir sus disculpas?
Pienso en los numerosísimos casos de pederastia que han cometido otros grupos o ministros de otras religiones, o en los que han armado acusaciones falsas... ¿Han pedido disculpas o pagado indemnizaciones? Pienso en las inquisiciones de otras religiones cristianas que mataron a mucha más gente que la inquisición católica (sólo bajo el reinado de Isabel I se mató a más católicos en Inglaterra que todos los tribunales de la inquisición católica a herejes a lo largo de 300 años); en las guerras que muchos Estados han organizado alguna vez (tengo entendido que los alemanes sí ya pidieron perdón por los horrores del nazismo) y los genocidios y las injusticias sociales; los pueblos que practicaron —o practican— la esclavitud o el colonialismo depredador; los izquierdistas por las matanzas perpetradas por gobiernos comunistas; los ilustrados por los crímenes de la Revolución Francesa; los regímenes revolucionarios mexicanos o españoles por los crímenes de la persecución religiosa; los que alguna vez han robado propiedades de la Iglesia; los partidos que alguna vez han cometido fraude o peculado; los que han calumniado a Benedicto XVI desde antes de ser elegido Papa... y la lista podría seguir por varias páginas. Pienso que, por lo pronto, el gobierno de Inglaterra desperdició una magnífica oportunidad de mostrar valor y dignidad. Y todos los demás, ¿para cuándo las disculpas?