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martir

Santos Frumencio , Victoriano y compañeros

Santos Victoriano, Frumencio y compañeros

Mártires, 23 de marzo

Etimológicamente significan “vencedor y que se deleita”. Vienen de la lengua latina.

En el pleno fuego de tus actividades como en el reposo, el Espíritu del Resucitado se deja discernir en tales acontecimientos, en tales personas. Una brecha se abre. El te alcanza hasta en los abismos de tu ser. El rompe tu noche, en el centro de tus oscuridades surge el asombro de un amor. Su canto se eleva en ti. ”La tiniebla ya no es tiniebla para ti, la noche tiene luz como el día”.

San Esteban, protomártir

San Esteban, protomártir

Benedicto XVI

Audiencia del miércoles, 10 de enero de 2007

Queridos hermanos y hermanas: 

Después de las fiestas, volvemos a nuestras catequesis. Había meditado con vosotros en las figuras de los doce apóstoles y de san Pablo. Después habíamos comenzado a reflexionar en otras figuras de la Iglesia primitiva. Hoy reflexionaremos en la persona de san Esteban, que la Iglesia festeja al día siguiente de Navidad. San Esteban es el más representativo de un grupo de siete compañeros.

Los mártires nos interpelan

28 de Octubre de 2007. Fecha histórica en los anales de la Historia de la Iglesia, de España y del mundo. Caso único y singular en más de 20 siglos de andadura cristiana, tanto por el número y calidad de los beatos ( muertes violentas, testimoniando su fe y perdonando a sus verdugos), así como por su repercusión mediática global.

Mártires españoles

A la corta distancia de dos meses  del gran evento de la beatificación en Roma de cerca de 500 mártires españoles, asesinados por confesar su fe católica, en los inicios y durante  la guerra civil del 36, se impone a toda la comunidad creyente, una profunda reflexión sobre el significado y trascendencia de aquel acontecimiento.

Josefina Vilaseca, ejemplo de mártir en el mundo de hoy

Horta d’Avinyó, en el Bages, veló la capilla ardiente de una niña que murió por las heridas que le provocó un agresor enloquecido por la pasión. Eran los años cincuenta. “El entierro –explicaba Mn. Josep Puig- fue un acto multitudinario y con representación de gente de todo el Principado. El fervor popular pidió el inicio de la causa de beatificación y la concurrencia de gente hacia su tumba eran un acontecimiento semanal... Muchos pedían su intercesión, las gracias comenzaban a contarse por decenas y su ejemplo era contado por todos lados. Luego vino la gran defección de los años 70.

Un mártir se despide de su novia

No es fácil morir cuando hay un futuro de sueños por delante. Pero la fe en Cristo lleva a descubrir que hay algo más importante. Conservar la vida a costa de traicionar los propios principios no vale la pena. Lo que vale la pena, lo que muestra la fuerza del amor, es aceptar el sacrificio con la mirada fija en Dios y con el corazón lleno de espíritu cristiano.

Los mártires de Taiyuan

El siglo XX puede ser llamado “el siglo de los mártires”. Así lo ha escrito un estudioso italiano, Andrea Riccardi, en un libro que lleva precisamente ese título.

Un preludio a la sangre de tantos mártires del siglo XX tuvo lugar en China, justo en el año 1900. Estos hermanos nuestros dieron su vida para confesar el Amor de Dios presente en el mundo. Querían gritar su fe en Jesucristo en las tierras de una nación inmensa, entre un pueblo que todavía anhela el anuncio de la salvación.

Anna Abrikosova: la fuerza de los débiles

Anna Abrikosova había nacido en Moscú en 1882. Pertenecía a una familia de buena posición social. Esto le permitió viajar al extranjero y hacer estudios universitarios en Cambridge (Gran Bretaña). Después de regresar a Rusia se casó con Vladimir Abrikosov, en 1903. Cinco años después, en diciembre de 1908, los esposos Abrikosov, que pertenecían a la Iglesia ortodoxa, ingresaron en la Iglesia católica, sin abandonar el rito oriental. La pareja de los Abrikosov llegó a ser como el alma de los católicos de Moscú. En 1913, Vladimir y Anna hicieron votos religiosos.