Santos Victoriano, Frumencio y compañeros
Mártires, 23 de marzo
Etimológicamente significan “vencedor y que se deleita”. Vienen de la lengua latina.
En el pleno fuego de tus actividades como en el reposo, el Espíritu del Resucitado se deja discernir en tales acontecimientos, en tales personas. Una brecha se abre. El te alcanza hasta en los abismos de tu ser. El rompe tu noche, en el centro de tus oscuridades surge el asombro de un amor. Su canto se eleva en ti. ”La tiniebla ya no es tiniebla para ti, la noche tiene luz como el día”.
Victoriano era un católico rico en Adrumento. Le nombraron procónsul Hunerico. Se portó siempre con una gran fidelidad con el rey. Un día le envió un mensaje pidiéndole que se pusiera de acuerdo con Arrio, el hereje. Le respondió en seguida diciéndole: ”Confío siempre en Cristo. Si su majestad me quiere condenar, hágalo. Jamás renunciaré a mi fe en la Iglesia católica en la que he sido bautizado”...
El rey lo sometió a torturas hasta que murió mártir.
El Martirologio recuerda a otros cuatro mercaderes que fueron martirizados el mismo día.
Dos eran de Cartago, llamados Frumencio. Otros dos eran hermanos de la ciudad de Agua Regia. Los cogieron y los llevaron a la Tebaida.
Los dos prometieron a Dios que les permitiera morir juntos por defender su fe .
Los perseguidores los colgaron al aire libre con pesos gruesos en sus pies.
Uno de ellos no podía aguantar el dolor y les pidió que lo soltaran un momento.
Su hermano temía que no fuera fiel a su fe en el Señor. Le dijo:”Hermano, ¿es eso lo que prometiste a Jesucristo?, ¿cómo te acusará en su tribunal?
Estas palabras animaron al hermano. Y entonces dijo a los verdugos: No, no me suelten. Y murieron mártires. Era en el año 484.