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Los mártires nos interpelan

28 de Octubre de 2007. Fecha histórica en los anales de la Historia de la Iglesia, de España y del mundo. Caso único y singular en más de 20 siglos de andadura cristiana, tanto por el número y calidad de los beatos ( muertes violentas, testimoniando su fe y perdonando a sus verdugos), así como por su repercusión mediática global. Sin una sola apostasía -vuelta atrás- ante la muerte, cierta e inminente El gozoso evento de la glorificación de estos españoles, hermanos en la fe, nos interpela profundamente a todos los que llevamos el nombre de cristianos - la generalidad de los españoles bautizados.

Ellos dieron generosamente todo lo que tenían, hasta su propia vida, por testimoniar la fe en Dios, en su Hijo Jesucristo y su pertenencia a la comunidad cristiana de siempre.

Se les arrebató violentamente su vida –algunos, sin haberla estrenado apenas- y con el corazón llenos de amor a Dios y sin rencor para sus verdugos.

La celebración de este acontecimiento –verdadero paso salvador de Dios en nuestras vidas- nos ha de llevar a todos los que profesamos idéntica fe, a responder con sinceridad a unos interrogantes: ¿Apreciamos, como ellos, el inmerecido y valioso don, regalo, de la fe?, ¿Sabemos, como ellos, testimoniarla en estos tiempos difíciles, aún a costa de sacrificios y tribulaciones? ¿Estamos dispuestos a ser instrumentos de paz y reconciliación, los cristianos actuales, en medio de un mundo, una sociedad, dividida por el odio, la ambición y la discordia?.

Confiemos que su sangre no se haya derramado en balde; que jamás de los jamases se vuelva a matar a nadie por causa de sus ideas políticas, sociales o religiosas y que su glorificación sirva de ejemplo y estímulo para cuantos les contemplamos en la gloria de los altares.