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Padre Fintan Kelly L.C.

El nacimiento de Cristo

El nacimiento de Cristo

Tema principal

Las “preferencias” de Cristo: humildad, pobreza, pureza, obediencia...

Fruto

Dios se hizo hombre para salvarnos de nuestros pecados y abrirnos el camino al Cielo.

Debemos maravillarnos con el hecho de la encarnación e imitar a Cristo en su pobreza, humildad y pureza.

 

1. Dios se hizo hombre para salvar a los hombres.

Por primera vez Dios entra a formar parte de la historia humana. Desde ese año en adelante, la historia se dividió en dos: antes y después de Cristo.

El Bautismo de Jesús

El Bautismo de Jesús

Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Jesús le respondió: Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.

Dios se hizo hombre para salvar a los hombres

Por primera vez Dios entra a formar parte de la historia humana. Desde ese año en adelante, la historia se dividió en dos: antes y después de Cristo.

Desde el momento de la encarnación del Hijo de Dios, el mundo no ha sido igual. Llegó la Luz a vencer las tinieblas morales del hombre, llegó la Vida para imponerse a la “cultura de la muerte”, llegó el Camino para mostrar a los hombres, errantes en este “valle de lágrimas”, el rumbo al Cielo.

Dios Padre escogió la pureza para su Hijo

Dios Padre escogió la pureza para su Hijo

Esta pureza brilla no sólo en Cristo sino también en su Virgen Madre y en San José, el casto esposo de María. En el pantano de la impureza del mundo nacen unos lirios blancos y puros. El mundo de hoy busca los placeres con avaricia. Los persigue y después siente náuseas al hartarse del amargo placer de la concupiscencia de la carne. Belén nos recuerda que la pureza excluye la impureza y que el sendero de la felicidad pasa por la fidelidad al sexto mandamiento de Dios.

Dios Padre escogió la pobreza para su Hijo

Es desconcertante y avasallador, -casi supera nuestra capacidad de sorpresa-, contemplar a Dios hecho Niño, acompañado de María y de José, rodeado de unos animales y metido en una cueva excavada en la montaña, en una noche fría de invierno. El que hizo el universo, el que abrió los labios y fue obedeciendo en todo, el que dio a los demás la existencia, el que pudo escoger su forma de nacimiento, ahí está pobre, rodeado de pobreza, gozoso en la pobreza de sus padres.

Cristo venció las tentaciones

No necesitamos estudiar sociología para darnos cuenta de que las tentaciones siguen a cada hombre como su sombra. Son congénitas a cada hombre. No ha existido ningún ser humano, fuera de los casos de Jesús y María, que no haya pecado; no ha habido ningún pecado que no haya sido precedido por una tentación. La tentación tiene carta de ciudadanía en todo lugar y siempre tiene sus papeles en regla para entrar en cualquier momento.