Promesas, sólo promesas
Paco Bobadilla pasó por Monterrey desde su querida tierra peruana, y tuve la fortuna de conversar con él. La verdad es que me impresionó grandemente descubrir a un hombre culto y sencillo (cualidades que, dicho sea de paso, suelen ir de la mano, cuando la cultura es auténtica, y no simple pose, como la de aquellos que tienen la cabeza llena de ciencia fatua, y el alma vacía). He de reconocer que disfruto enormemente cada vez que me encuentro con quienes se merecen -sin más rodeos- el calificativo de “seres pensantes”, y Paco juega en ese equipo.