Todos sabemos que cuando se da la voz de alarma ante contingencias mayores como los huracanes, erupciones volcánicas o los rompimientos de presas, se han de tomar las medidas convenientes y oportunas. En algunos de esos casos lo mejor es abandonar la zona de peligro, opción que a veces no es viable.
Personalmente me confieso bastante ignorante en temas económicos y financieros. Ahora bien, sí puedo escuchar las voces de alarma que están dando los especialistas de todo el mundo. Según parece, nos estamos acercando a una nueva crisis que afectará a la economía mundial, o sea a los gobiernos de muchos países, a los grandes y pequeños inversionistas y, en definitiva, a los ciudadanos como nosotros.
El tema de las crisis económicas por desgracia no nos resulta nuevo y tristemente muchos conocemos casos de empresas, familias y personas que sufren hasta la quiebra total, depresiones, e incluso han llegado hasta el mismo suicidio.
Mi opinión es que lo más importante para nosotros no es buscar a los culpables de estas crisis, sino que aprendamos a vivir con menos, evitando repetir las equivocaciones y, sobre todo, valorando lo que no se compra con dinero.
El afán de poseer bienes materiales se ha convertido en el fin de muchas personas y muchas familias, y vale la pena revisar esto, pues cuando se educa a los hijos con esta mentalidad se les hace daño. Con frecuencia dicha actitud puede ser un motivo importante en sus futuros problemas matrimoniales.
Aprender a reducir gastos; cuidar lo que tenemos; no inventarnos necesidades; superar el nefasto afán de la competencia social; valorar a cada miembro de la familia y los amigos, no por lo que tienen, sino por lo que son; disfrutar y estar contentos sin necesidad de gastar, son actitudes especialmente útiles.
Si el director general de una fábrica armadora de automóviles se dedicara a envasar agua purificada, su empresa se vendría abajo. Revisemos, pues, cuál es el fin de nuestra vida para reorientar todos nuestros recursos y afanes hacia ello.
Con quejarnos no arreglamos nada. Es importante que en las situaciones difíciles aprendamos a descubrir las áreas de oportunidad, pues esta actitud será la que marque la diferencia entre el fracaso y el éxito, sobre todo en temas como la educación de los hijos y el ambiente familiar.
Pocos temas a los que se les tenga más miedo como el de la pobreza, pero hemos de entender que existen diversos tipos de pobrezas e, incluso, hay una pobreza que es virtud, y consiste en un desprendimiento de los bienes materiales. Y esta pobreza nos hace más libres. Ojalá haya quienes sepan descubrir esta maravilla y puedan enseñarla a sus hijos.