Padre Fernando Pascual L.C.
Volver es caminar hacia el punto de partida. Es ser conscientes de lo provisional del sendero andado, y de la necesidad de encontrar la meta definitiva sólo en la casa del Padre. Es vivificar en nuestro recuerdo el calor del hogar, para apreciarlo por encima de cualquier espejismo fácil que pueda encandilarnos a lo largo de los años.
El P. Jean Pierre de Caussade (1675-1751) explicó con profundidad y sencillez cómo Dios nos habla a través de dos caminos. El primero es la Sagrada Escritura. El segundo es el momento presente.
Los dos caminos nos llevan a Dios si usamos la “llave maestra” para leerlos de modo correcto: la fe, la esperanza, el amor.
Los médicos no tienen duda: falta poco tiempo para que inicie la agonía. Los familiares sienten una angustia profunda. Rodean a una señora anciana, todavía consciente, que en pocas horas dejará de vivir entre los suyos.
Los médicos no tienen duda: falta poco tiempo para que inicie la agonía. Los familiares sienten una angustia profunda. Rodean a una señora anciana, todavía consciente, que en pocas horas dejará de vivir entre los suyos.
La luz de la Luna no es luz propia. Refleja, simplemente, hermosamente, la luz del Sol.
La Iglesia tampoco tiene luz propia: no brilla por su cuenta. Si luce, si es visible, si ilumina, es solamente porque refleja a Cristo, el verdadero Sol, el único Salvador del hombre.
Hemos escuchado más de una vez frases como las siguientes: “No tengo fe. Reconozco que es hermoso creer, incluso a veces siento algo de envidia cuando veo que otros creen. Pero a mí Dios no me ha dado ese don”.
El jubileo termina, Cristo permanece
El jubileo del año 2000 llegó a su fin. Quedó cerrada la puerta santa de la basílica de San Pedro en Roma. Se acabaron los grandes viajes de peregrinos, las oraciones especiales, los momentos de penitencia, las confesiones más o menos masivas. Los santuarios ven bajar el número de peregrinos, si bien siempre habrá hombres y mujeres dispuestos a una experiencia diversa, más profunda, de Dios.
En un bosque se concentran muchos años de historia. Matorral, árboles, animales y hombres han dejado aquí y allá sus huellas. Unos han sembrado, otros han vivido, de otros sólo quedan ramas secas y un recuerdo agradecido. La lluvia, todos los años, repartió sus caricias entre troncos y hojas que empezaban, poco a poco, a reunirse en un abrazo intenso.
El padre abad estaba agotado. Acababa de terminar unas misiones populares: horas y horas de visitas a los hogares de la gente, de confesiones, de misas, de conferencias, de oración.
Por un momento nos dedicamos a “canalear”. Canal 1: noticias. Canal 2: una película del Oeste. Canal 3: un programa sobre el arte colonial. Canal 4: un “reality show”. Canal 5: un concurso de canciones. Canal 6: una telenovela. Canales 7, 8, 9: publicidad...
El dedo pasa de una tecla a otra, la televisión cambia de imágenes y de sonidos. Por más que vamos hacia atrás, hacia delante, no encontramos nada, absolutamente nada, sobre el cielo...