Padre Fernando Pascual L.C.
Dios es Padre. Existimos, somos, por Él. Nuestra vida se comprende desde su amor. Nos ama como un padre, como una madre, y desea lo mejor de nuestras vidas. El lo es todo para nosotros. Cada suspiro, cada latido del corazón, prolongan su amor y su fidelidad. Existo porque Dios me ama.
Pero a veces preferimos nuestros planes, nuestro bienestar, nuestra autonomía. Nos enamoramos de un espejismo, de una nube, de un proyecto personal. Dejamos la casa del Padre, y partimos lejos.
La libertad humana es un don grande, muy grande. Tan grande que nos da algo de miedo. Tan grande que permite a Francisco de Asís el llegar a ser santo, y a Judas el traicionar al Maestro. Tan grande que Dios se detiene ante nuestra puerta, con respeto, cuando pide amor, cuando nos invita a la justicia, cuando nos enseña las bienaventuranzas, cuando nos recuerda los mandamientos.
Y pensé que Dios sería...
Vi los giros de un águila en el cielo: energía, altura, atrevimiento, grandeza. Y pensé que Dios sería sublime, solemne, majestuoso, soberanamente libre.
Vi la filigrana de una flor exótica, los insectos tan variados que en ella paseaban, la delicadeza de sus estambres y el color violáceo de sus pétalos. Y pensé que Dios sería artista, lleno de fantasía, delicadeza y buen gusto.
Por fin, nos decidimos: vamos a hacer algo por Cristo, vamos a comprometernos a fondo por la Iglesia, vamos a dedicarnos a servir a los demás, vamos a decirles que Dios les ama y que nos lo ha dado todo en Cristo.
Pero volvemos nuestros ojos hacia dentro. ¿No seré demasiado ambicioso? ¿Tengo las cualidades necesarias? ¿No me convertiré en un hipócrita si empiezo a hablar de Cristo y al mismo tiempo cometo tantos pecados?
Son ojos que penetran hasta lo más profundo del alma. Ojos de niños enflaquecidos, ansiosos de algo que no saben expresar. Ojos de ancianos abandonados en medio de la pobreza más absoluta. Ojos de madres que quisieran hacer algo por el hijo que se apaga entre sus brazos. Ojos de médicos que se sienten impotentes ante catástrofes que afectan a miles de inocentes de todas las edades.
Benedicto XVI y el caso Galileo
Para algunos intelectuales, el caso Galileo sigue vivo. Consideran y exigen, en cualquier ocasión propicia, que la Iglesia y Benedicto XVI pidan perdón ante lo que ocurrió hace ya más de 360 años.
Evangelización e Iglesia católica
¿Qué relación existe entre evangelización e Iglesia católica? La pregunta nace de otra más profunda y actual: ¿tiene sentido invitar a las personas a ser parte de la Iglesia en un mundo pluralista donde caben todas las opciones religiosas y culturales?
Podemos avanzar hacia una respuesta a estos interrogantes con la ayuda de la reciente “Nota doctrinal acerca de algunos aspectos de la evangelización” (3 de diciembre de 2007), preparada por la Congregación para la Doctrina de la fe y aprobada por el Papa Benedicto XVI.
El jueves 17 de enero de 2008 el Papa Benedicto XVI tenía una importante cita cultural: dirigir sus palabras en el acto de inauguración del año académico de la Universidad de Roma “La Sapienza”.
[img_assist|nid=4792|title=Benedicto XVI|desc=|link=popup|align=right|width=0|height=]
Pero la cita fue cancelada. Un clima de hostilidad y de intolerancia, originado por la actitud negativa de algunos profesores y alumnos, llevó a tomar esta sufrida decisión.
Derechos humanos: ¿utopía o realidad?
La Declaración Universal de los Derechos Humanos llega en este año 2008 a su 60 aniversario.
Ello nos invita a iniciar un profundo examen de conciencia. ¿Qué ha sido llevado a cabo de cuanto, con tan buena voluntad, fue aprobado el 10 de diciembre de 1948? ¿Ha quedado en utopía un esfuerzo por promover la justicia universal? ¿O podemos decir que los derechos humanos han modificado positivamente el modo de vivir de los pueblos y de las personas?