El jueves 17 de enero de 2008 el Papa Benedicto XVI tenía una importante cita cultural: dirigir sus palabras en el acto de inauguración del año académico de la Universidad de Roma “La Sapienza”.
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Pero la cita fue cancelada. Un clima de hostilidad y de intolerancia, originado por la actitud negativa de algunos profesores y alumnos, llevó a tomar esta sufrida decisión.
El Papa había sido invitado, pero tuvo que desistir. Deseaba dirigir un discurso al mundo cultural, pero la anticultura de las amenazas y las críticas arbitrarias logró su victoria: el Papa no pudo pronunciar su discurso.
Hechos como este nos sirven para reflexionar sobre quiénes respetan verdaderamente a todo ser humano, también cuando tiene ideas distintas de las propias, y quiénes viven bajo una psicología de hostilidad y fanatismo.
La Iglesia se une al Papa y a tantos hombres y mujeres, creyentes y no creyentes, que saben defender y tutelar la dignidad de las personas, que saben dialogar en un mundo pluralista.
Queda nuevamente de manifiesto que el mundo occidental necesita crecer en el sano espíritu de apertura que nace del respeto. El silencio del Papa Benedicto XVI, que no pudo hablar en la Universidad de Roma, fue más elocuente que muchas palabras...