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Rebeca Reynaud

La muerte y el purgatorio

Cuenta María Simma, experta en el tema del Purgatorio, un caso de la vida real:
Recuerdo a un señor que vino a verme con dos nombres para saber qué había pasado con ellos. Cuando le pedí que me contara un poco de estas personas, se negó diciendo que me había dado esos nombres para ver si yo decía la verdad. Le dije:
—De acuerdo, déme tiempo.

La Nueva Evangelización

En una conferencia a catequistas , el Cardenal Ratzinger, sintetizando, decía: Evangelizar es enseñar el arte de vivir (...) La pobreza más profunda es la incapacidad de alegría, el tedio de la vida considerada absurda y contradictoria. Esta pobreza se halla hoy muy extendida, con formas muy diversas, tanto en las sociedades materialmente ricas como en los países pobres. La incapacidad de alegría supone y produce la incapacidad de amar, produce la envidia, la avaricia..., todos los vicios que arruinan la vida de las personas y el mundo. Por eso, hace falta una nueva evangelización.

La sal de la vida: lo cotidiano

En el funeral de Chesterton, Ronald Knox recordó a su amigo como poeta de la sencillez profunda: “Fue uno de los grandes hombres de su tiempo; su mejor cualidad era el don de iluminar lo ordinario y de descubrir en todo lo trivial una cierta eternidad... Fue como un hombre que había dado la vuelta al mundo para ver con ojos nuevos su propia casa...”.

La sabiduria de la cruz

−¿Por qué me pasa esto a mí…, y precisamente ahora?
−Porque es lo que Dios precisamente quiere.
Santa Teresa de Jesús le decía al Señor: “O padecer o morir”. Nosotros le decimos: “Mejor morir que padecer” porque nos falta fe y pedirle al Señor entender el sentido de la Cruz en nuestra vida. Hay que pedirle a Dios que agrande nuestro corazón y que nos dé una alegría profunda. Dice un Santo que el amor que no nace de meditar la Pasión del Señor es un amor tibio.

La eficacia del ejemplo

El Papa Juan Pablo II habla de la necesidad de que haya santos para renovar el mundo; y santos con buen humor.
Hemos de centrar toda nuestra jornada en la Cruz, que es lo mismo que centrarla en la Santa Misa. Hemos de dar sentido a todos los segundos de nuestra vida amando la Cruz, esto es, las dificultades de la vida ordinaria y los sufrimientos que nos manda Dios, para purificarnos y para ayudarle a salvar almas.

La sinceridad de vida

¿Qué es la sinceridad? Viene de sin-cera, es decir, sin doblez. Consiste en decir toda la verdad. El remedio para todas las enfermedades espirituales, y para asegurar la fidelidad, es la sinceridad con Dios, con nosotros mismos y con los que nos dirigen. Si nos dejamos llevar por la desgana o la flojera, acabaremos en la oscuridad de nuestras debilidades.

La tarea de los laicos

Cuando se habla de la misión de la Iglesia, se corre el riesgo de pensar que es algo que corresponde a quienes hablan desde el altar. Pero la misión que Cristo encomienda a sus discípulos ha de ser llevada a cumplimiento por todos los bautizados. Todo cristiano es asimilado –hecho similar- a Cristo por el Bautismo; es deber de todos los bautizados colaborar en la transmisión a los hombres de todos los tiempos de la palabra predicada por Jesús.  

La urbanidad

Goethe dice:”No hay ningún signo externo de cortesía que no tenga una profunda razón de ser moral”. Por desgracia, en la actualidad se ha difundido un equívoco que identifica la naturalidad y la autenticidad con el desprecio de las formas sociales. Así se dice que cada uno ha de manifestarse como es, sin dejarse uniformar por normas de urbanidad, corrección en el modo de vestir, de hablar, de comportarse en la mesa, etc., que serían reglas artificiales o postizas.