Cuando celebramos la Pascua vemos que Cristo está vivo; está entre nosotros, pero a veces se oculta. En Pentecostés Dios nos dice: “Yo te quiero tanto que no me conformo con vivir contigo. Ahora soy Dios en ti. Voy a estar dentro de ti y te voy a dar inspiraciones concretas”.
La fiesta de la Santísima Trinidad es la más difícil de asimilar en la vida personal. Esta verdad nos la reveló Jesucristo. Nos dijo cómo es Dios; y si nos lo dijo es por algo. Nos revela el misterio más grande de nuestra fe. Es verdad que nunca lo comprenderemos del todo, pero algo podemos entender, y tiene que tener una repercusión en nuestra vida.
A los israelitas ya los musulmanes les queda lejos este misterio. En una ocasión unos ecumenistas teólogos alemanes, le dijeron al Papa Juan Pablo II: Pensamos que es mejor dejar a la Trinidad de lado en el diálogo con personas de otras religiones y quedarnos con Dios Uno. El Papa no quiso pues sería empobrecer a la teología (dato del P. Pablo Arce).
Dios nos dice que Él es amor. No existe un amor vacío. Podemos preguntar: ¿a quién ama Dios? Dios ama a los hombres y al universo entero, pero ha amado siempre, ¿a quién? Desde antes de la creación del universo Dios ama al Hijo y de ese amor procede el Espíritu Santo. Eso nos lleva a unas consideraciones prácticas. La primera es que la Trinidad es el modelo de toda comunidad humana, desde la familia hasta la sociedad. El amor crea la unidad en la diversidad. La familia es el modelo más elemental de la Trinidad. Lo que sucede en la Trinidad es lo que debe suceder en cada familia. Las Personas divinas no hablan de sí mismas sino de la Otra Persona. Jesús habla del Padre. El Padre habla del Hijo (Este es mi hijo muy amado...). Y el Espíritu Santo nos enseña a decir Abbá, Padre.
Esa es la clave del ser humano. Lo dijo Juan Pablo II: Dios creó al hombre un ser para el otro. El ser humano debería estar pendiente de la otreidad. Ratzinger dice: El hombre sólo puede ser feliz en el otro. Y eso es lo que me enseña la Sma. Trinidad , y eso es lo que pasa en la vida intratrinitaria, y eso es lo que dios quiere que pase en la familia: esas personas se quieren tanto que es lógico que desean que su amor se perpetúe en los hijos.
En esas relaciones intratrinitarias hay paz, gozo, entusiasmo. En una familia las personas poseen temperamentos distintos, sin embargo, se aceptan, se aman. La alegría es el primer efecto de la entrega. Si alguien está triste tiene que revisar qué le pasa, pues Dios paga con dos monedas la entrega; la alegría y la paz, productos quer no se encuentran en el mercado, sólo Dios los da. Yo tengo que buscar que mi familia sea un remanso de paz y de alegría (gaudium cum pace). Una persona malhumorada no vive como Dios quiere; si en una familia hay egoísmo, se pierde la armonía.
Buscamos al Señor dentro de nuestra alma y a veces no lo encontramos. Quizás nos falta silencio, vida interior, o quizás el Señor quiere probarnos. “El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la jerarquía de las verdades de fe” (CEC, 234).
Una portuguesa que estudiaba el doctorado en Teología, tenía escrita una frase de San Josemaría Escrivá, y me permitió copiarla. “Te escucha, te espera... Sí hija mía, te espera Jesús... Métete dentro de ti. Písate un poco y dile: Señor, yo no soy nada pero Tú estás en mí, tú me quieres y yo no te sacaré. Enséñame a amarte. Dentro de ti están las Tres Personas de la Trinidad : TRATALAS (5-II-72).
El misterio de la Trinidad de Personas en la Unidad divina permanece inaccesible a nuestro entendimiento. Podemos decirle: Señor no sé nada, no entiendo nada, ¡qué grande eres que no te puedo entender!, pero creo en tu. San Agustín decía: Decimos que hay tres personas en Dios, y decimos “persona” para no quedarnos callados.
Los santos hacen la verdadera historia porque llevan a recapitular todo en Cristo. Cuando uno va madurando, va haciendo su síntesis. San Josemaría Escrivá de Balaguer hizo la suya, decía: En lo humano, todo es para bien (Omnia in bonum!). En lo sobrenatural: Tratar a la Santísima Trinidad.
Santo Tomás de Aquino escribe: “Es mejor andar por el camino, aunque sea cojeando, que caminar rápidamente fuera de camino. Porque el que va cojeando por el camino, aunque adelante poco,, se va acercando al término; pero el que anda fuera del camino, cuanto más corre, tanto más se va alejando del término. Si buscas a dónde has de ir, adhiérete a Cristo, porque Él es la verdad a la que deseamos llegar” (In Ioann. Ev., XIV, 2).
Hay personas a quienes Dios ilustra en la intimidad de la oración, con mociones interiores. He seleccionado a una de ellas para ilustrar: Gabriela Bossis, dramaturga de profesión, cuenta lo que Jesús le dijo en su oración: Muchos hombres se forman una idea triste de Dios, una pobre ideas de Jesucristo. Por eso les falta el entusiasmo de vivir… Sólo Yo puedo saciar vuestro corazón. ¿A dónde podrías ir en busca de la felicidad fuera de mí? Yo te he amado desde toda la eternidad, y esto tú no lo puedes comprender. ¡Desde toda la eternidad! Cree y agradece. Y luego, ábrete a Mí, como una flor que se abre al sol y se despliega por él. Ábrete por Mí e irrádiame. Tu alma tendrá mil rostros y se volverá con la misma unción a Dios y a tus prójimos…Por lo que toca a ti, unifica por adelantado nuestras dos muertes: la Mía y la tuya; Yo morí por ti, muere tú por Mí (207).
Y continúa: La santidad no es una suma. Un solo acto en el momento de la muerte puede hacer a un santo, en el abandono y la confianza absoluta. ¡Esta confianza me honra tanto! Yo soy como Sansón, pierdo mi fuerza de juez cuando un alma me expresa la fidelidad de su amor. No porque ese amor sea un gran amor, sino porque es el más grande que ella me puede ofrecer. Entonces me toca en lo más vivo y Yo me inclino a hacer su voluntad, una voluntad que Yo adopto como mía (n. 338). El Señor le dice en otra moción interior: Escóndeme en tu corazón, como si quisieras librarme de heridas y de injurias, porque las recibo, especialmente en el sacramento de la eucaristía (124).
Reflexionando sobre la Creación, el Papa Benedicto VXI hizo notar que “todo el universo habla de Dios Uno y Trino. Todos los seres están ordenados según un dinamismo armónico que podemos llamar análogamente ‘amor’.” Asimismo explicó la Trinidad con la analogía de la familia, “llamada a ser una comunidad de amor y de vida, en la cual las diversidades deben concurrir a formar una ‘parábola de comunión’.” (11 junio 2006).