Plegaria por el amor y la paz
Plegaria por el amor y la paz
Dios omnipotente y misericordioso,
abre mis ojos para que descubra el mal que he hecho;
toca mi corazón, para que,
con sinceridad, me convierta a ti.
Restaura en mí tu amor,
para que resplandezca en mi vida la imagen de tu Hijo
Perdona, Señor, las culpas que hemos cometido a causa de nuestra debilidad y, por tu misericordia, líbranos de la esclavitud en que nos tienen cautivos nuestros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, quién contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Padre lleno de amor, concédenos que, purificados por la penitencia y santificados por la práctica de buenas obras, sepamos mantenernos siempre fieles a tus mandamientos y lleguemos libres de culpa a las fiestas de la Pascua. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, quién contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén
Sin convicciones morales comunes
las instituciones no pueden durar ni surtir efecto”
Joseph Ratzinger
En la pantalla del televisor una mujer de clase media-baja aparece en primer plano. La tez morena, con lágrimas y voz entrecortada relata lo mal que le ha ido en la vida: pleitos familiares, infidelidades de parte del esposo, vicios, golpes, el dinero que no alcanza, los hijos que no le hacen caso. «Cuando más mal (sic) me estaba yendo, conocí Pare de sufrir y la vida cambió para mí».
Parece que hay competencia por atacar al Papa y a la Iglesia últimamente. Ya casi cualquier excusa es buena (la excomunión levantada a los obispos lefebvrianos, el caso Williamson… y ahora el tema de los preservativos). Y todo por decir lo que la Iglesia (junto con muchos expertos y gente sensata) siempre ha afirmado: que los preservativos no son la solución para el SIDA.
Faltan pocos días para que termine el “Año Paulino” que fuera promulgado por Benedicto XVI hace casi un año, el 28 de junio de 2008, con motivo de las celebraciones del bimilenario del nacimiento del Apóstol de los Gentiles.