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Perdona, Señor, las culpas

Perdona, Señor, las culpas

Perdona, Señor, las culpas que hemos cometido a causa de nuestra debilidad y, por tu misericordia, líbranos de la esclavitud en que nos tienen cautivos nuestros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, quién contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.

 

Amén.

Padre, lleno de amor...

Padre, lleno de amor...

 

Padre lleno de amor, concédenos que, purificados por la penitencia y santificados por la práctica de buenas obras, sepamos mantenernos siempre fieles a tus mandamientos y lleguemos libres de culpa a las fiestas de la Pascua. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, quién contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén

Pare de sufrir: milagros por donativos

En la pantalla del televisor una mujer de clase media-baja aparece en primer plano. La tez morena, con lágrimas y voz entrecortada relata lo mal que le ha ido en la vida: pleitos familiares, infidelidades de parte del esposo, vicios, golpes, el dinero que no alcanza, los hijos que no le hacen caso. «Cuando más mal (sic) me estaba yendo, conocí Pare de sufrir y la vida cambió para mí».

El preservativo no es la solución

Parece que hay competencia por atacar al Papa y a la Iglesia últimamente. Ya casi cualquier excusa es buena (la excomunión levantada a los obispos lefebvrianos, el caso Williamson… y ahora el tema de los preservativos). Y todo por decir lo que la Iglesia (junto con muchos expertos y gente sensata) siempre ha afirmado: que los preservativos no son la solución para el SIDA.

Perdón total

Faltan pocos días para que termine el “Año Paulino” que fuera promulgado por Benedicto XVI hace casi un año, el 28 de junio de 2008, con motivo de las celebraciones del bimilenario del nacimiento del Apóstol de los Gentiles.