En la pantalla del televisor una mujer de clase media-baja aparece en primer plano. La tez morena, con lágrimas y voz entrecortada relata lo mal que le ha ido en la vida: pleitos familiares, infidelidades de parte del esposo, vicios, golpes, el dinero que no alcanza, los hijos que no le hacen caso. «Cuando más mal (sic) me estaba yendo, conocí Pare de sufrir y la vida cambió para mí».
Ahora, como por arte de magia, con rostro sonriente, relata su camino de conversión y la felicidad en que se encuentra: Gracias a un letrero en una estación del metro capitalino se enteró de la existencia de un grupo religioso que «sí se ocupa de los pobres» y que le «enseñó el verdadero rostro de Dios». La mujer es asidua al culto de Pare de sufrir y promotora de las «bondades encontradas» con ellos.
El programa donde apareció el testimonio relatado busca difundir las actividades de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD) —aunque es más conocida por su nombre comercial y publicitario: Pare de sufrir— y se transmite diariamente por las dos grandes cadenas de televisión en México.
Los presentadores, con marcado acento portugués, aparecen en los créditos como ministros religiosos, y durante la hora que dura la transmisión abordan los más variopintos tópicos de la vida cotidiana como el amor, el éxito, las relaciones humanas, el miedo, etc.
Sin embargo, su penetración no sólo es mediática: tan sólo en México tiene más de 80 templos y su población destinataria son los pobres y sectores excluidos, especialmente de áreas urbanas.
Neopentecostalismo
La IURD nació en 1977 en Brasil —el país con mayor número de católicos en el mundo— como una expresión del movimiento evangélico, particularmente como una forma diversa de pentecostalismo.
En aquella nación, aseguran expertos en sociología de la religión, este nuevo pentecostalismo ha enraizado «en las masas pobrísimas, abandonadas a su suerte tanto por los católicos como por los protestantes. Mientras los otros cristianos, incluso los primeros pentecostales, presentan complejas doctrinas, estilos de vida rígidos y autoridades eclesiásticas dudosas, para los nuevos pentecostales el mundo es simple: lo que no es de Dios es del diablo».
Los especialistas han llamado a esta nueva corriente «neopentecostalismo». Según Bernardo Barranco, esta es «una propuesta más innovadora que supera el viejo sectarismo que afirmaba que lo mejor de la existencia está reservado para la vida en el Paraíso».
Por su parte el sociólogo brasileño Ricardo Mariano, en su libro Sociología del Novopentecostalismo, asegura que la preocupación de estos nuevos grupos «es con esta vida, de ahí que sus cultos se vistan de formas dinámicas, que incluyen gritos, cantos, catarsis, oraciones colectivas, aplausos a Jesucristo».
Todas estas religiones que hoy están teniendo éxito en prácticamente toda Iberoamérica son hijas de los métodos de la Quadrangular: cantos e himnos con ritmos populares, fuerte utilización de programas radiales y televisivos, reglas de comportamiento menos rígidas, más flexibles en el plano de la sexualidad y la diversión.
Proselitismo agresivo
En América la IURD ha ido creciendo con algunos contratiempos; sin embargo, amplía su rebaño sin encontrar dificultades locales. En la mayoría de los países Pare de sufrir está registrada como organización civil, que es una estrategia para que los gobiernos locales tengan menos margen de regulación. Además de eso, conseguir estatus de «iglesia» implicaría estar en contacto con otros liderazgos religiosos locales.
Su líder y fundador Edir Mazedo Becerra, autollamado «obispo Macedo», ha sido encarcelado e inculpado en varias ocasiones por fraude y lavado de dinero; pero ahora se ocupa de la expansión de la Iglesia en América y Europa con éxito, pues tiene la capacidad de adaptar la propuesta a las realidades locales.
A pesar de la polémica en la que se involucró en Brasil, con denuncias sobre blanqueo de dinero, falsedad ideológica, prejuicio religioso, entre otros problemas, una encuesta hecha en ocho países (Argentina, Uruguay, México, Venezuela, Colombia, Costa Rica, Ecuador y Puerto Rico) y presentada el año 2008 por el diario mexicano El Universal, muestra que las autoridades locales, hasta ahora, prácticamente no han creado restricciones a la expansión de este imperio de la fe en sus países.
En México, desde hace cuatro años la IURD enfrenta una acción judicial con la Secretaría del Gobernación por no haber registrado a 35 de sus ministros. La multa llegaría a 204 mil pesos mexicanos en caso de perder la apelación judicial.
También habrá que recordar que en el 2005 salieron a la luz pública acusaciones de la Confraternidad de Iglesias Cristianas Evangélicas (Confraternice) contra la IURD por lucrar con la fe —acto prohibido por ley— al sugerir la posibilidad de realizar milagros a cambio de donativos económicos entre sus fieles.
Así las cosas, especialistas y observadores de la IURD destacan su carácter lucrativo, sustentado en lo que muchos especialistas en grupos evangélicos denominan «teología de la prosperidad». Sin embargo, circulan nuevos enfoques, como el del sociólogo brasileño Leonildo Silveira Campo, quien en su obra Teatro, templo y mercado plantea que, más que nueva «iglesia», la IURD es una nueva religión porque ha sido diseñada como un modelo religioso integral conforme a las necesidades del mercado.
México, «caldo de cultivo»
Para Bernardo Barranco, México posee las características idóneas que la IURD busca para desarrollarse: «tiene la pobreza excluyente, una base y un sustrato religioso muy acendrado, con una Iglesia católica incapaz de llegar y atender a los sectores desprotegidos. Digámoslo de otra manera: grandes sectores socialmente marginados que son abandonados tanto por el gobierno como por la Iglesia católica, incluyendo las ‘iglesias’ cristianas históricas que no acaban de posicionarse, son los mercados naturales, los destinatarios de la IURD, cuya virtud radica en ofrecer desde lo religioso un paquete integral de inclusión social».
Al igual que en otros países donde ha logrado extenderse, su estrategia se basa en adquirir espacios céntricos y conocidos, cines o teatros, para ubicar sus templos, así como una actitud agresiva en los principales medios de comunicación electrónicos. En la capital de México ha convertido el antiguo teatro Silvia Pinal, de la colonia Roma, en su centro de operaciones.
«Si usted da, Dios le da»
La asamblea estaba reunida desde hace más de una hora, a lo largo de la cual se fueron sucediendo himnos con ritmos y frases «pegajosas», salmos y lecturas de la palabra de Dios. Un sermón sobre la voluntad de Dios que, ante todo, quiere que cada uno de sus hijos no pase necesidades y sean felices, incluso en medio de esta crisis económica. Fue entonces que «el ministro» elevó la voz: «¡Si usted da, Dios le da!», y amonestó a los concurrentes diciendo que la crisis no debería servir de pretexto para negar el diezmo o la ofrenda a Dios. Manos alzadas con billetes fue la respuesta a la arenga.
El ministro habla que «no hay que tener miedo a dar», que «a Dios no se le regatea». Entonces los billetes de 20 pesos cedieron su lugar a los de 50 o 100 o 200. La generosidad a todo lo que da.
Los concurrentes saben que la próxima semana tendrán que contribuir también con su ofrenda, porque «la obra de Dios no puede parar», además de que «Dios ama al que da a manos llenas».
«¿Está sufriendo y no encuentra una salida?», reza la publicidad que ha enganchado a muchos mexicanos con la IURD. Quienes acuden siguen con la esperanza de que Dios les conceda prosperidad a cambio de donativos.