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Por los difuntos

Por los difuntos

 I

A ti, Jesús, vida nuestra, dirigimos nuestras súplicas.

Tú, que resucitaste a Lázaro del sepulcro.
   Todos: Escúchanos, Señor.

Tú, que llamaste a la vida al híjo de la viuda de Naín
Todos: Escúchanos, Señor.

Tú, que despertaste del sueño de la muerte a la hija de Jairo.
Todos: Escúchanos, Señor.

Tú, que resucitaste del sepulcro, vence­dor de la muerte.
Todos: Escúchanos, Señor.

La paradoja de los derechos

En el cuarto capítulo de su encíclica “Caritas in veritate” Benedicto XVI hace una aguda observación que puede ser interesante comentar: “Hoy se da una profunda contradicción. Mientras, por un lado, se reivindican presuntos derechos, de carácter arbitrario y voluptuoso, con la pretensión de que las estructuras públicas los reconozcan y promuevan, por otro, hay derechos elementales y fundamentales que se ignoran y violan en gran parte de la humanidad”.

Para vencer a Satanás

El odio que el demonio mantiene hacia Dios y hacia la creatura humana lo explican la soberbia y los celos. En efecto, cuando Luzbel, el ángel más hermoso, observó cuánta dedicación y amor depositaba Dios en la creación de un nuevo ser viviente, luego de haber creado los animales, se sintió atacado por los celos y experimentó por primera vez ese sentimiento que es la envidia y que se deriva en tristeza o en dolor por el bien del otro. Ahora, se percató el ángel, había otra creatura a la que el Creador amaba.

Plegaria desde mi barro

Plegaria desde mi barro

Tú hiciste al hombre, Señor, imagen de Tí mismo
moldeado en barro.
Por todo cuento tiene el hombre
mereces su alabanza.

Yo te alabo, Señor, por los sublimes,
los heroicos, los idealistas,
los que tienen voluntad de acero...
por el águila que vuela majestuosa.
También te alabo, Señor, por los pequeños,
los raquíticos, los encogidos.
Los estrechos, los que no pueden levantarse,
por el pato pesado y discordante.

Padre eterno...

Padre eterno...

 

Padre eterno, convierte hacia ti nuestros corazones, para que, viviendo consagrados a tu servicio, te busquemos siempre a ti, que eres lo único necesario, y practiquemos la caridad en todas nuestras acciones. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, quién contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

Políticos, cantantes, amas de casa, deportistas y escritores con una característica común: la fe

Sus profesiones son distintas y sus vidas también lo son. Viven en lugares diferentes y, de hecho, no se conocen. Pero en todos hay un elemento común que no deja de sorprender: su fe en Cristo que les ayuda a ver de una manera diferente la existencia y cada acontecimiento. 

Ellos mismos lo han dicho y declarado y sus palabras y acciones se convierten en motivación para tantas personas para seguir profundizando en la relación personal con Dios.

Cuando la fe motiva a la superación

Proyecto de ética universal

La Comisión Teológica Internacional acaba de publicar el texto, fruto de muchos años de trabajo y del impulso de dos pontífices, “Hacia una ética universal: una nueva mirada sobre la ley natural” donde se estudia en profundidad y sintéticamente a la ley natural. El texto, articulado en cinco capítulos busca reivindicar el concepto de ley natural como fundamento común del diálogo moral en los seres humanos.

Plegaria de un adolescente

Plegaria de un adolescente

 

Cada día nos trae un nuevo comienzo.
Decisiones que debemos tomar.
Yo soy el único que escoge
el camino que seguiré.

Yo puedo elegir entre
el camino de la vida que lleva al gran éxito,
o viajar por el oscuro camino
que conduce a la gran angustia.

Por favor abre mis ojos, amado SEÑOR.
Que pueda ver claramente.

Ayúdame a definir lo que es correcto.
Saca lo mejor que hay en mi.

Ayúdame, Señor, a decir "No"
cuando la tentación venga a mi.

POR UN ENFERMO

POR UN ENFERMO 

Señor Jesucristo, que para redimir a los hom­bres y sanar a los enfermos quisiste asumir nuestra condición humana; mira con piedad a N., que está enfermo y necesita ser curado en el cuerpo y en el espíritu.
Reconfórtalo con tu poder para que levante su ánimo y pueda superar todos sus males, y ya que has querido asociarlo a tu pasión redentora, haz que confie en la eficacia de su dolor para la salvación del mundo. Tú, que vives y reinas por los si­glos de los siglos.
R Amén.

Préstame, Madre...

Préstame, Madre...

 

Préstame, Madre, tus ojos
para con ellos mirar,
porque si por ellos miro
nunca volveré a pecar
Préstame, Madre, tus labios
para con ellos rezar,
porque si con ellos rezo
Jesús me podrá escuchar

Préstame, Madre, tu lengua
para poder comulgar
pues es tu lengua patena
de amor y de santidad

Préstame, Madre, tus brazos
para poder trabajar,
que así rendirá el trabajo
una y mil veces mas