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Mentalidad histórica


Durante el inicio de la carrera de Derecho Canónico, recuerdo que uno de los puntos en los que los profesores ponían más énfasis era la importancia de adquirir la famosa “mentalidad jurídica”, es decir, una especie de prejuicio que nos permite olfatear las posibles consecuencias legales de todo lo que decimos, hacemos, omitimos y, sobre todo, firmamos. Supongo que todos tenemos experiencias negativas en estos temas, las cuales pueden haber tenido enormes consecuencias. 

Más de sentimientos


La semana pasada tocaba el tema de los sentimientos, esos inseparables compañeros nuestros. En cierta forma podemos afirmar que toda la literatura, comenzando por la Biblia, está curtida, es más, “preñada” de pasiones, como la vida misma de cada ser humano. Por eso mismo en los últimos tiempos se ha profundizado, con diversas suertes, sobre ellos. Los sentimientos no agotan todo el ser del hombre, no son el hombre; pero son parte estructural de nosotros.

Mamá: ¿Te sientes realizada?

 

Entre una serie de escritos que tenía archivados encontré un artículo de Mercedes Gortázar el cual recoge un cuestionamiento de primerísimo orden. Ahora copio tal cual su título, aunque no el texto, pues me resulta enormemente sugestivo sobre una realidad inconmensurable por serlo el número de mujeres casadas y los sueños -no siempre cumplidos- de cada una de ellas. 

La mula y el buey

La mula y el buey

 

Pues resulta que hace más de dos mil años nació en un establo un niño muy, pero muy especial. Para empezar era hijo de una linda jovencita -en verdad hermosísima- pero no fue concebido como los demás seres humanos, sino por obra y gracia del Espíritu Santo. De hecho aquel pequeño no era un hombre común, sino un hombre perfecto y, al mismo tiempo, perfecto Dios.