En estos últimos meses, observamos cómo se está atacando, de forma particular en algunos medios de comunicación y otros foros, a la figura del Papa Benedicto XVI, a los obispos, a los sacerdotes y a la Iglesia católica.
La causa aparente parece centrarse en los casos de pederastia dentro del seno de la Iglesia. A este respecto, indudablemente ha sido admirable la actitud del Romano Pontífice. Por ejemplo, en su Carta Pastoral a los Católicos de Irlanda me llamó la atención su tono enérgico, lleno de fortaleza y firme decisión de resolver de fondo esta cuestión.