Oración del Catequista
Señor, cuando pienso que soy catequista
de un grupo que se reúne en tu nombre,
se amontonan en mi memoria muchas palabras tuyas,
dichas desde tu experiencia, para mí.Vosotros no os dejéis llamar «maestro»,
porque uno sólo es vuestro maestro,
y vosotros sois hermanos.Tampoco os dejéis llamar «jefe»,
porque uno sólo es vuestro jefe.Que no ocurra entre vosotros
lo que pasa en otros grupos de la tierra.Al contrario, el que ocupa un cargo
que sea el servidor de todos.¿Cómo unir, Señor, el compañerismo con la firmeza,
la humildad con la energía,
el diálogo con las decisiones,
la cercanía con la organización,
la igualdad con la función de responsable?¿Cómo transmitir al grupo tu Buena Noticia,
si yo no la vivo con ilusión, fuerza y generosidad?¿Cómo ser sal, luz y levadura,
si yo mismo ando, todavía dudando
y diciéndote todo los días «sí, pero...»?Conviérteme primero a mi
para que pueda anunciar la Buena Noticia
a todos los que me has encomendado.Tú que fuiste una síntesis de opuestos,
-acción y oración, suavidad y firmeza,
acogida y exigencia, corazón y objetividad,
amor y lucha- Trasmíteme tu temple interior,
para que sepa llevar las riendas,
de este grupo que me has encomendado,
con los ojos puestos en tí,
y los oídos en aquellas hermosas palabras:
«no he venido a ser servido, sino a servir».Te doy gracias, porque me has llamado y elegido,
para ser acompañante de otras personas en su caminar hacia ti.Lléname de tu fuego y de tu espirítu y
agarra mi mano con tu mano,
para que, juntos, agarremos muchas manos,
y muchas personas puedan vivir y sonreir,
saboreando la Buena Noticia de tu Evangelio.
Señor, no soy más que un catequista de un grupo que se reune en tu nombre...
Amen.