Intenciones del Santo Padre
Es paradójico: un Papa anciano busca inyectar juventud, lozanía y alegría de vivir a los jóvenes, amenazados por envejecer prematuramente, encerrados en la estrecha prisión del propio egoísmo. ¿Cómo? Ofreciéndoles ideales,
Con seguridad que el lector desea encontrar unas breves palabras de los discursos Benedicto XVI a los jóvenes en la JMJ, la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011, para recordarlas y vivirlas, y para difundirlas. Aquí las tiene. Sepa además, por declaraciones del Alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, que siguieron a Benedicto XVI tres millones de peregrinos. Muchos de ellos no pudieron estar cerca del Papa, pero lo vieron y escucharon. Igualmente se calcula que fueron 900 millones los que, a nivel mundial, lo siguieron por los medios de comunicación.
El pasado domingo se escucharon con claridad en toda la redondez de la tierra las palabras más tremendas que salieron de labios de Jesucristo; y Jesús dijo muchas cosas tremendas, duras de escuchar -y más difíciles aún de vivir, ¿impracticables?-, al punto de que algunos discípulos contemporáneos lo abandonaron y otras gentes se burlaron de él.
Algunas mujeres dicen, respecto al aborto: “Hay que hacer lo que nos diga la conciencia”. El problema está en que algunas mujeres tienen veces la conciencia deformada y, además, en momentos de crisis, no se debe de hacer una decisión importante. La mujer tiene derecho a decidir si se casa con el novio o no, y el novio lo mismo. Lo que no tienen es el derecho a decidir por terceros. El bebe tiene el derecho a la libertad de nacer,
−¿Por qué me pasa esto a mí…, y precisamente ahora?
−Porque es lo que Dios precisamente quiere.
Santa Teresa de Jesús le decía al Señor: “O padecer o morir”. Nosotros le decimos: “Mejor morir que padecer” porque nos falta fe y pedirle al Señor entender el sentido de la Cruz en nuestra vida. Hay que pedirle a Dios que agrande nuestro corazón y que nos dé una alegría profunda. Dice un Santo que el amor que no nace de meditar la Pasión del Señor es un amor tibio.
Cuando celebramos la Pascua vemos que Cristo está vivo; está entre nosotros, pero a veces se oculta. En Pentecostés Dios nos dice: “Yo te quiero tanto que no me conformo con vivir contigo. Ahora soy Dios en ti. Voy a estar dentro de ti y te voy a dar inspiraciones concretas”.