La Familia es una “iglesia”
1) Para saber
Notamos que cada vez hace más frío y hemos sacado de nuestros armarios ropa más abrigadora. Poco a poco avanzan las semanas y se acerca la fiesta de la Navidad. Ya muchas tiendas y anuncios publicitarios nos transmiten mensajes sobre esta importante fecha.
Pero, ¿se han fijado que toda esa publicidad alrededor de la Navidad nos habla del personaje (creado por el diseñador gráfico de un conocido refresco de cola), Santa Claus?
La paternidad no es un derecho que se adquiera, sino un don que uno recibe sin haber hecho nada por merecerlo. Lo experimenta cualquier padre, desde que tiene noticia de la existencia de un nuevo hijo, siempre único, no importa cuántos hermanos le estén esperando en el mundo.
1) Para saber
El Papa Benedicto XVI escribió una carta en vistas a la preparación del VII Encuentro Mundial de las Familias, cuyo tema es siempre actual: La familia. Puso énfasis en la relación que tiene la familia con el trabajo y la fiesta.
Desde el principio, el universo creado por Dios tuvo una unidad admirable. Hay un todo armonioso que nace del Amor de Dios. Los Ángeles son las criaturas más perfectas de la creación. La Iglesia ha definido dogma de fe la existencia de los Ángeles. Dios es el creador de todas las cosas, las visibles y las invisibles. (IV Concilio de Letrán, 1215).
La Virgen de Guadalupe en México “no es adorno: es destino”, dice Rodolfo Usigli. Está en todas partes y el que esté tiene relevancia para el mexicano.
En su libro ¡Levantaos! ¡Vamos! El Papa Juan Pablo II escribe: “el deseo de santidad se desarrolla mucho mejor cuando encuentra a su alrededor el clima favorable de una buena familia. ¡Qué importante es el ambiente familiar! Los santos generan y forman santos” (p. 96). Y continúa su libro ¡Levantaos!
Todos los días, en algún lugar del mundo dan las doce –por el movimiento de rotación de la tierra- y se reza el Angelus sucesivamente. Al rezar esta oración centrada en la encarnación del Verbo, nos sumergimos en la contemplación del misterio de Cristo.
La costumbre de contemplar el anuncio del ángel Gabriel a María de Nazaret (Lc. I, 26-38) influyó en las comunidades cristianas de los primeros siglos en la comprensión del misterio de la encarnación. Dan fe de ello las aportaciones de los Padres, tanto orientales como occidentales.
El Concilio Vaticano II es el concilio de nuestro tiempo y uno de los más importantes de nuestra historia. Es convocado por el Papa Juan XXIII. Cuando a Juan XXIII le preguntaron: ¿Por qué hacer un concilio? Su respuesta fue profética:
—“Porque necesitamos abrir una ventana. Necesitamos aire fresco”.
No se trataba de sancionar doctrinas o condenar errores. Se trataba de una renovación de la vida de la Iglesia, de tener un diálogo con el mundo. No se trataba de hacer diagnósticos deprimentes sino de dar remedios alentadores y mensajes de esperanza.
En Portugal, la Virgen María se les apareció a tres pastorcitos en una cueva. Lucía, Francisco y Jacinta tenían respectivamente 10, 9 y 7 años de edad. Jugaban los tres niños en una propiedad de los padres de Lucía llamada Cova de Iría, a dos kilómetros y medio de Fátima. Vieron a la Madre de Dios sobre una encina. Era “una Señora toda vestida de blanco, más brillante que el sol, que difundía una luz más clara e intensa que un vaso de cristal lleno de agua cristalina atravesada por los rayos del sol”. Su rostro no era “ni triste, ni alegre, sino serio”.