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Cultura de la vida

La forma de vestir de la mujer

El a mujer debe conocer la diferencia natural de percepción del hombre, distinta de la percepción de la mujer. Debe conocer muy bien la diferencia entre ser usada (mujer-objeto: “qué buena estás”) y ser amada (“qué guapa eres!”). La mujer tiene gracia, salero, habilidad, arte y condiciones para emplear la moda como medio de limpieza en la sociedad.

La escuela de la fortaleza

Un estudiante decía a su maestro:
—¿Por qué seré tan tímido? ¿Por qué me siento inferior por mi poca estatura y porque tengo poco dinero?
Su maestro respondió:
—Porque tienes una falsa escala de valores: ¿piensas que la Madre de Jesús o San José se sentían poca cosa porque eran pobres? Te falta la verdadera estatura de un hijo de Dios. Eres grande y no lo sabes.

Falacias demográficas

Bastantes profetas de desgracias nos advierten continuamente del peligro de la “bomba demográfica”, es decir, del crecimiento incontrolado de la población que rápidamente acarrearía la ruina y el agotamiento global. En este sentido el ser humano sería uno de los principales enemigos de la ecología y un peligro para sí mismo. El fundamento de dichas aseveraciones, tomadas con frecuencia como una verdad incontrovertible, dogmática, son las teorías maltusianas y neo-maltusianas.

La escuela de la fortaleza

Un estudiante decía a su maestro:
—¿Por qué seré tan tímido? ¿Por qué me siento inferior por mi poca estatura y porque tengo poco dinero?
Su maestro respondió:
—Porque tienes una falsa escala de valores: ¿piensas que la Madre de Jesús o San José se sentían poca cosa porque eran pobres? Te falta la verdadera estatura de un hijo de Dios. Eres grande y no lo sabes.

La escuela de la fortaleza

Un estudiante decía a su maestro:
—¿Por qué seré tan tímido? ¿Por qué me siento inferior por mi poca estatura y porque tengo poco dinero?
Su maestro respondió:
—Porque tienes una falsa escala de valores: ¿piensas que la Madre de Jesús o San José se sentían poca cosa porque eran pobres? Te falta la verdadera estatura de un hijo de Dios. Eres grande y no lo sabes.

La paz interior

Enfocar la propia vida en función de lo que los demás piensen de nosotros es un error y también fuente de sufrimientos inútiles, y de pérdida de paz. Es lógico que procuremos que la gente tenga una buena opinión de nuestra persona. Pero hipotecar nuestra existencia a ese objetivo es una frivolidad.
Poca estima tendría quien se juzgara sólo según el criterio ajeno.

La sal de la vida: lo cotidiano

En el funeral de Chesterton, Ronald Knox recordó a su amigo como poeta de la sencillez profunda: “Fue uno de los grandes hombres de su tiempo; su mejor cualidad era el don de iluminar lo ordinario y de descubrir en todo lo trivial una cierta eternidad... Fue como un hombre que había dado la vuelta al mundo para ver con ojos nuevos su propia casa...”.

La sinceridad de vida

¿Qué es la sinceridad? Viene de sin-cera, es decir, sin doblez. Consiste en decir toda la verdad. El remedio para todas las enfermedades espirituales, y para asegurar la fidelidad, es la sinceridad con Dios, con nosotros mismos y con los que nos dirigen. Si nos dejamos llevar por la desgana o la flojera, acabaremos en la oscuridad de nuestras debilidades.

La virtud de la pureza

Patrick Fagan, de Estados Unidos, dijo recientemente en el Encuentro Internacional sobre afectividad (mayo 2006): “El que un adolescente sea casto es absolutamente esencial para su felicidad”. Y es que hay que tener presente que “existe un vínculo entre la pureza del corazón, la del cuerpo y la de la fe” (CEC 2518).