Estamos llenos de ocupaciones. Desde que suena el despertador, por la llamada, miles de reclamos nos absorben. Hay que lavarse bien, desayunar alguna cosa, ver que en casa todo esté en orden, llegar a tiempo a trabajo, cumplir con las pequeñas o grandes responsabilidades de todos los días...
Señor, te agradezco el sol, el viento, la sonrisa de una madre, el canto del jilguero. Te agradezco las horas de alegría con los míos, los ratos de trabajo y de esfuerzo. Te agradezco la salud con la que me permites trabajar por mis hermanos.
Pero a veces, Señor, la vida nos sorprende. Nos hieren las angustias de los hombres, la injusticia, el hambre de los niños, el llanto de los viejos.
El gobernador no tenía ninguna duda: en menos de 24 horas la ciudad iba a quedar completamente inundada. Ordenó la evacuación y puso en marcha todo el sistema de seguridad previsto para las situaciones de emergencia.
Cristo recorre los caminos del mundo. Busca hoy, como lo hizo hace 2000 años, corazones heridos, corazones hambrientos, corazones necesitados, corazones vacíos.
Ofrece amor, regala paz, resucita entregas, provoca santidades. Limpia, sana, dignifica a hombres y mujeres zarandeados por la vida, hundidos en el pecado, abatidos por la tristeza, marginados o rechazados por sociedades llenas de egoísmo y vacías de esperanza.
El tema del corazón contrito, de la conversión del corazón es el tema que debería de recorrer nuestra Cuaresma. Es el tema que debería recorrer toda nuestra preparación para la Pascua. La liturgia nos insiste que son importantes las formas externas, pero más importantes son los contenidos del corazón.
En bastantes ambientes de España se constata el absentismo a la eucaristía dominical de muchos católicos, máxime de adolescentes y jóvenes, aunque no sólo ellos, que por motivos más o menos especiosos, han desertado de la misa dominical, pretendiendo justificar su actitud de cara a su mala conciencia o a la requisitoria de padres, educadores, sacerdotes y adultos responsables, que les interrogan por el motivo de su abandono.
La oración es el poder del hombre y la debilidad de Dios. Jesucristo ha empeñado su palabra ,cuando nos dice en el Evangelio:" Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis , llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe ,y el que busca encuentra y al que llama se le abre"(Mt7,7-8). "Si tenéis fe, todo cuanto pidiereis en la oración ,se os concederá "(Mt.21,22)."Todo cuanto pidiereis en mi nombre ,os lo concederé ,para que el Padre sea glorificado en el Hijo"."Si el afligido invoca al Señor ,Él lo escucha y lo libra de sus angustias" (Sal 34 ,7.)
Tenemos, un año más, la Cuaresma a la vuelta de la esquina. Para una gran mayoría de gente, hoy la Cuaresma no les dice nada. Con los carnavales-ampliamente difundidos en los medios-se acaba todo, hasta las
fiestas falleras o de primavera. Para una minoría, todavía la voz de la Iglesia, les interpela como una fuerte llamada a ponerse en paz con Dios. Se busca la paz exterior pero se añora la paz interior, la vuelta a Dios,
Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se los dio diciendo. Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío. De igual modo, después de cenar, tomó la copa, diciendo: Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros.Lc 22,19-20
Jesucristo realmente esta presente en la Eucaristía
Señor, te agradezco el sol, el viento, la sonrisa de una madre, el canto del jilguero. Te agradezco las horas de alegría con los míos, los ratos de trabajo y de esfuerzo. Te agradezco la salud con la que me permites trabajar por mis hermanos.
Pero a veces, Señor, la vida nos sorprende. Nos hieren las angustias de los hombres, la injusticia, el hambre de los niños, el llanto de los viejos.