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Padre Miguel Rivilla San Martín

El coche primero

Padre Miguel Rivilla San Martín

Algo de razón debe tener el anuncio. Le pregunta el hijo al padre, que está afanado por el coche nuevo: -¿Papá quieres al coche más que a mí?.- Por supuesto que no, Javier, Pablo, digo David. Tan obsesionado está el padre por su flamante coche, que hasta ha olvidado y trastrueca el nombre de sus hijos.

El anuncio funciona bien porque, en cierto modo, refleja la realidad de la vida. No, no es exagerado encontrar personas que posponen la familia, los hijos, la mujer etcétera, ante el atractivo de un nuevo modelo de coche.

Educación para la cuidadania

Es necesario difundir a nivel popular y cuanto antes, por qué tal asignatura, que la ministra de Educación quiere imponer como obligatoria para todos los alumnos, sine qua non puedan acceder a la titulación los que se nieguen a cursarla.

Razones por las que puede y debe ser recusada y objetada

1-Los padres tienen el derecho prioritario, anterior al Estado, de decidir la clase de educación moral y religiosa que desean para sus hijos.

2-La función del Estado es subsidiaria, supletoria y no puede suplir a los padres.

Educación juvenil

El 31 de enero de 1888 en la ciudad de Turín moría Juan Bosco , uno de los más grandes santos y educadores de la Iglesia, fundador de la Congregación salesiana. Huérfano de padre, desde la temprana edad de 2años y medio, dedicó, tras ordenarse sacerdote, toda su vida a la educación de los jóvenes más pobres y abandonados de la industrial ciudad de Turín. Su obra educacional pronto se extendió por Italia, Francia, España y Europa, gracias a sus hijos los salesianos y salesianas y algo más tarde por toda Hispanoamérica,

Domingo de Ramos

Cuantos de algún modo estamos en contacto con la realidad pastoral de nuestro pueblo, percibimos ciertos comportamientos , un tanto desviados , que afectan a la gran masa de los cristianos tradicionales.

Dos virus mortales

Dos males aquejan, corroen y minan letalmente la estructura intelectual y religiosa de las personas en general, tanto creyentes como agnósticos. Son el relativismo en el razonar y la incoherencia en el obrar.

Los afectados por el virus del relativismo –una epidemia muy extendida- afirman y creen que no hay verdades absolutas. Nada es verdad ni mentira. Todo es del color del cristal con que se mira.

Divorcios en progreso

El Instituto de Política Familiar acaba de publicar unos datos que deberían ser objeto de seria reflexión por cuantos tienen algo o mucho que ver con el futuro de la familia en nuestra patria. Los datos no son halagüeños y señalan una tendencia progresiva de deterioro para la institución familiar.

He aquí lo principal, extractado de La Razón (nº 3168):

-España supera de media las 40.000 rupturas trimestrales en la estación veraniega, con clara tendencia hacia arriba, al reanudarse el curso escolar.

Divinidad de Jesús

En diversos medios se viene cuestionando lo que es el fundamento secular de la fe cristiana, la divinidad de Jesucristo. No se paran en barras.

Desde escritos, sin rigor de ningún tipo, fantasiosos, novelados, hasta películas, se percibe una campaña orquestada para desprestigiar, que no acabar, con el hecho más relevante del cristianismo.Más de 20 siglos lleva la comunidad de Jesús proclamando su divinidad.

Disgregación familiar

El mayor bien de toda sociedad reside en la familia, núcleo reproductor de la misma. Como bien valioso e inapreciable, habrá que defender la familia de todos aquellos agentes exteriores que de un modo u otro, más o menos persistente y sutil, tratan de disgregarla y acabar con ella.

Entre todos el más extendido y pernicioso, es el del divorcio, sin olvidar el adulterio, las parejas de hecho, y las uniones homosexuales.

Dios y el maremoto

Siempre que ocurre una catástrofe como la del maremoto de Indonesia, con centenares de miles de muertos, desaparecidos, sin techo etc , no son pocos los hombres que culpan a Dios de lo ocurrido.

Otros, sin más, se reafirman en su ateismo, al no creer en la existencia de un ser providente y bueno, que pudiendo, no remedia tales desgracias en las que se ven implicados centenares y hasta miles de inocentes.