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El coche primero

Padre Miguel Rivilla San Martín

Algo de razón debe tener el anuncio. Le pregunta el hijo al padre, que está afanado por el coche nuevo: -¿Papá quieres al coche más que a mí?.- Por supuesto que no, Javier, Pablo, digo David. Tan obsesionado está el padre por su flamante coche, que hasta ha olvidado y trastrueca el nombre de sus hijos.

El anuncio funciona bien porque, en cierto modo, refleja la realidad de la vida. No, no es exagerado encontrar personas que posponen la familia, los hijos, la mujer etcétera, ante el atractivo de un nuevo modelo de coche.

Si en lugar del coche, ponemos otros bienes apetecibles, como piso, chalet, joyas, yate, querida, etcétera, que, tentadoramente, nos ofrece la sociedad consumista, no nos extrañaremos que el deseo de adquirir tales señuelos, obnubile la mente y el corazón del hombre moderno.

Una vez más habrá que repetir que la verdadera felicidad no está en el vivir obsesionado por el adquirir y el tener, cuanto el esforzarse por vivir amando a los que nos rodean.