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enfermedades

Anticoncepción y SIDA

1. Inefectividad de los preservativos:

Estos métodos de barrera gozan de poca efectividad anticonceptiva. Pueden fallar hasta el 15.7% de las veces y el 36.3% en el caso de las jóvenes solteras de grupos minoritarios. Mucho más tiene que fallar entonces el preservativo cuando se trata de impedir el SIDA, cuyo virus es 450 veces más pequeño que el espermatozoide, y de 50 a 500 veces más pequeño que los poros que pueden encontrarse en el material látex, del cual están hechos los "mejores" preservativos.

Vivimos de milagro

Con la aparición del virus A/H1N1 la sociedad mexicana y todas las naciones se pusieron en movimiento. La señal de alerta frente al peligro de lo que se temió fuera una pandemia incontrolable, obligó a la adopción de medidas higiénicas y preventivas sin precedente, que lo mismo ocasionaron fuertes temores en algunos que cierta incredulidad e indiferencia en otros. En cualquier caso, lo importante era preservar la vida y evitar un contagio masivo que derivara en miles de muertos.

Cuando el hijo llega enfermo...

Bentley Glass (1906-2005), un famoso genetista, escribió hace años que no debería nacer ningún hijo con defectos.

En un artículo publicado en una revista científica en 1971, decía literalmente: "En el futuro ningún padre de familia tendrá derecho de cargar a la sociedad con un hijo deforme o mentalmente incapaz". Apoyaba esta idea con la defensa del derecho a nacer con una sana constitución física y mental.

Cuando la enfermedad llega

Hay veces en que prometemos sin saber a lo que nos comprometemos. Es muy fácil, cuando uno es joven y está sano decir y prometer que estaremos con nuestro cónyuge, con nuestra familia en la salud y en la enfermedad. Luego, los años pasan, la enfermedad llega, poco a poco a veces, otras veces con fuerza y por sorpresa. Entonces nos damos cuenta de que lo que prometimos no era poca cosa; que la enfermedad  es una de las pruebas más fuertes para el amor.

Terapias verdaderas

No es terapia eliminar a enfermos para que sólo nazcan y vivan los sanos. No es terapia buscar caminos para que el hijo “perfecto” siga adelante y el hijo “dañado” sea eliminado. No es terapia invertir dinero para diagnósticos que llevan a suprimir a miles de embriones no queridos.

Lo que merece el enfermo terminal

Lo que merece el enfermo terminal

Dejemos de lado, por un momento, la palabra “eutanasia”. Porque con ella algunos dicen una cosa y otros otra.

Fijemos, entonces, nuestra atención en el enfermo, en sus deseos y temores, en su fragilidad y su dolor, en su dependencia cada vez mayor de las manos y de la honestidad del equipo médico.