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embriones

Ser o no ser viable: ¿es esa la cuestión?

Poner fronteras puede llevar a pensar que lo que se encuentra a un lado de la frontera es distinto de lo que se encuentra al otro lado.

En el mundo moderno hay personas interesadas en establecer fronteras para indicar que existen distintos tipos de embriones y fetos. Unos serían “viables” al estar bien desarrollados, al ser sanos. Otros serían “no viables”, porque todavía son muy pequeños o porque tienen defectos o enfermedades más o menos graves.

Rostros rechazados

Cada rostro nos habla, nos interpela, nos revela algo de la vida y del corazón de un ser humano. Rostros de niños, de jóvenes, de personas adultas, de ancianos: rostros distintos, llenos de riqueza y de misterios.

Hay “rostros”, sin embargo, casi invisibles. El rostro de un feto en el seno de su madre, el rostro de un pobre del que se rehúye la mirada, el rostro de un asesino que provoca desprecio a su alrededor.

¿Qué vemos cuando vemos un embrión?

Hay realidades profundas que no se ven con el microscopio ni con los ojos de la carne, que no se descubren con los números ni con la báscula.

A un racista puedes enseñarle que este niño de otra piel tiene un DNA humano, está dotado de cabeza, tronco y extremidades, respira, come y usa un lenguaje significativo, y puede darte la mano en señal de amistad. Todos estos datos no serán suficientes para el racista: necesita algo más para descubrir que ese niño es un ser humano digno de respeto.

El árbol de la vida

El árbol de la vida

El libro del
Génesis, que relata la obra de la creación, de la creatura humana
y de su caída ante Dios, dice que luego de que el hombre se acercó
al árbol del conocimiento del bien y del mal, y comió de su fruto,
vino a ser como Dios en cuanto a conocer el bien pero también el mal.
Dios calculó la posibilidad de que el hombre quisiera después tomar
el fruto del árbol de la vida y lo expulsó del paraíso y “puso
delante del jardín de Edén querubines, y la llama de espada vibrante,