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Al Ángel de la Guarda

Al Ángel de la Guarda
 

Ángel de Dios,
que eres mi custodio,
pues la bondad divina me ha
encomendado a ti, ilumíname,
dirígeme, guárdame.
Amén.
 
 
Ángel de Guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Ni vivir, ni morir en pecado mortal. Jesús en la vida, Jesús en la muerte, Jesús para siempre.

Amén Jesús.
 

Mi Ángel de la Guarda seguía “órdenes superiores”

Al despedirse el 29 de julio del personal que lo acompañó durante su descanso en Les Combes d’Introd, en el Valle d’Aosta, el Papa Benedicto XVI bromeó sobre su leve fractura en la mano derecha. Tal vez su Ángel de la Guarda estaba siguiendo “órdenes superiores”, comentó, al permitir que le ocurriera ese pequeño infortunio, para enseñarle a tener, según él, “más paciencia y humildad, y darme más tiempo para la oración y la meditación”.

Nuestro ángel de la guarda

Nuestro ángel de la guarda

Muchos tienen la costumbre de hablar con su ángel de la guarda. Le piden ayuda para resolver un problema familiar, para encontrar un estacionamiento, para no ser engañados en las compras, para dar un consejo acertado a un amigo, para consolar a los abuelos, a los padres o a los hijos.

Los ángeles del cielo

Los ángeles del cielo

¿Qué son los ángeles? Espíritus que contemplan a Dios y que viven en medio del misterio. Espíritus que participan de la alegría divina y colaboran en sus planes sobre los hombres débiles y necesitados de ayuda y protección.

Por eso los ángeles sufrirán, de algún modo que no podemos imaginar, al ver que hay corazones que se cierran al amor o pierden la esperanza. O se alegrarán profundamente cuando vean que otros corazones lloran por sus pecados e inician el camino del regreso al Amor de Dios.

El mundo angélico y demoniaco

Conocemos del mundo angélico lo que conocería un topo del mundo humano al sentir las trepidaciones y ruidos de los humanos. Nos parece que lo material es variado y colorido, puede ser rugoso, suave, deslumbrante, húmedo o gelatinoso, frío como el acero o ardiente como la lava, lleno de olores y matices diversificados en un sinfín de sensaciones. En definitiva, el mundo material nos parece variado y cambiante. Sin embargo, el mundo angélico nos parece muy reducido, vaporoso y monocolor. Algo que roza el aburrimiento.

¿Qué Niño es este?

En estas navidades, vuelven a salir a relucir los hermosos villancicos; sencillos y a veces ingenuos recordatorios del acontecimiento que divide la historia de la humanidad en dos partes: antes y después del nacimiento de este Niño, sencillo y humilde, que es nuestro Señor y Creador.

Uno de ellos, un villancico inglés que, según algunos viene del siglo X, pero con toda seguridad se imprimió a partir  del siglo XVI, se titula, ¿Qué niño es este? Una traducción libre del villancico empieza así:

¿ Existen los Ángeles ?

Viene a mi memoria con gran claridad lo que me sucedió en julio de 1975 cuando, con unos amigos asistí a un curso en una hacienda ubicada cerca de Atlacomulco, Edo. de México, durante la cual aprovechábamos un rato del medio día para hacer algo de deporte. Dos de mis amigos habían realizado un corto recorrido en una zona de rápidos del río Lerma que pasa a poco más de dos kilómetros del lugar donde estábamos, y me invitaron para unirme a ellos y repetir su travesía.

Tratar a los Ángeles Custodios

La Iglesia ha definido dogma de fe la existencia de los Ángeles. Dios es el creador de todas las cosas, las visibles y las invisibles. (IV Concilio de Letrán, 1215).  

El episodio de San Pedro, preso por Herodes Agripa, vigilado por “cuatro escuadras de soldados”, y liberado prodigiosamente por un ángel, mientras la Iglesia oraba por él (Hechos 12, 4ss), es símbolo de lo que va a ser la devoción a los ángeles.