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Mi Ángel de la Guarda seguía “órdenes superiores”

Al despedirse el 29 de julio del personal que lo acompañó durante su descanso en Les Combes d’Introd, en el Valle d’Aosta, el Papa Benedicto XVI bromeó sobre su leve fractura en la mano derecha. Tal vez su Ángel de la Guarda estaba siguiendo “órdenes superiores”, comentó, al permitir que le ocurriera ese pequeño infortunio, para enseñarle a tener, según él, “más paciencia y humildad, y darme más tiempo para la oración y la meditación”.

La Sala de Prensa había señalado que el Papa sufrió la leve fractura en su mano derecha tras caerse al buscar el interruptor de la luz en su habitación, que no le era familiar todavía, de la residencia de Les Combes.  El Papa no pidió ayuda en ese momento, pero a la mañana siguiente cuando quiso celebrar la Sagrada Eucaristía como de costumbre, se le podía ver la muñeca derecha hincha.

Es un dato anecdótico, ciertamente, pero valioso porque nos hace más cercan o aún a este gran pontífice Benedicto XVI, a su buen humor y a su recia espiritualidad. Habrá que seguir rezando mucho por él y acogerlo cada vez más. En la última revisión en la que se le colocó un nuevo yeso, los médicos indicaron que el Papa está evolucionando bien, como muestran las fotografías actuales de Benedicto XVI.

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En el último número de revista Humánitas (www.humanitas.cl), de la Pontificia Universidad Católica de Chile, puede leerse un ensayo del filósofo francés Henri Hude, en el cual analiza, desde la perspectiva de la filosofía moral política, los discursos del papa Benedicto XVI y del presidente Barack Obama en Oriente Medio. 

Antiguo profesor del Instituto Juan Pablo II para la Familia, en la Pontificia Universidad Lateranense de Roma y actual director del Centro de Investigaciones Éticas en la Escuela Saint-Cyr en Francia, Hude ha sido entrevistado por la agencia ZENIT. 

La humanidad, afirma Henri Hude, necesita emprender “un nuevo inicio”. Benedicto XVI y Barack Obama lo afirman y emplean la misma expresión. Es la primera y la última palabra de ellos. La meta hacia la cual apunta este nuevo inicio es la paz universal. Los dos desean apuntar sin utopías hacia esa dirección. Este nuevo inicio sólo es posible, según ambos, si se toma seriamente en cuenta la religión. Los dos prestan, por consiguiente, especial atención a las condiciones culturales y espirituales de la paz universal. Sus perspectivas sobre el porvenir -distintas, pero entrecruzadas- sugieren una posible reconstrucción del panorama global, espiritual y temporal. 

Ambos sostienen que la religión puede ser un factor de paz. Barack Obama piensa que las religiones pueden convivir armoniosamente sometiéndose a la norma de una filosofía que asegure la igualdad y la libertad de las opiniones y las tradiciones en el seno de una constitución política dirigida a agrupar toda la pluralidad en la unidad, sin anularla. Es muy positivo su aporte a la sociedad. 

En mi opinión, añade Hude, Benedicto XVI expresa de mejor manera cómo puede operar este modelo teórico sin degradarse en la utopía o la manipulación. Benedicto XVI habla menos de la religión en general, abordando en cambio metódicamente, con realismo y respeto, las diversas relaciones particulares  entre el Cristianismo y la Ilustración, el Islam, el Judaísmo. 

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¿Cuál es la mayor diferencia entre los dos planteamientos? Para Henri Hude, el del presidente norteamericano enfoca “políticamente las religiones”, a pesar de no estar desprovisto de sensibilidad religiosa, y ayuda a progresar la reflexión pública haciendo sentir que discierne claramente la complejidad del problema. Con todo, difícilmente se eleva por encima de una retórica pacifista interreligiosa, cálida, pero algo vaga, cuya eficacia en los espíritus religiosos se mitigará en su alcance. Ciertamente, la disolución de las religiones en el ambiente secularista y relativista -que Obama no desea-, sería automáticamente la solución de los problemas que su existencia plantea; pero en este caso la disolución del secularismo sería también una posible solución de los problemas por él planteados a las religiones.¿Cómo ir más allá de estas seudo soluciones?

El Papa, por su parte, aborda “religiosamente las religiones” y considera la dificultad innegable de su coexistencia política, en primer lugar como un problema religioso, que para cada uno se presenta seriamente en el interior de la conciencia religiosa.   No parte de las exigencias de la política democrática o la paz mundial planteadas como absolutos, sino de la búsqueda de la voluntad de Dios en cada situación. Por este motivo, su filosofía política es más profunda y penetra en mayor medida en lo concreto de las condiciones efectivas de la paz, sostiene Henri Hude. 

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El filósofo francés concluye: Lo que permite la coexistencia es la estimación y la amistad mediante el carácter común de lo moralmente serio de una vida recta. De este modo se edificó el consenso de los Estados Unidos, entre filósofos y creyentes, a partir de la Independencia. Precisamente este consenso se hizo astillas a partir de la decisión permisiva sobre el aborto. Barack Obama desearía reconstruirlo…