Padre Alejandro Cortés González-Báez
Hace poco tuve el gusto de coincidir con uno de esos señores de los que aprendí mucho cuando era joven. Dado que los años han ido dejando su huella en los dos, resultaron evidentes los cambios en las carrocerías; sin embargo, gracias a Dios, he podido comprobar que hay personas quienes, al igual que los buenos vinos, mejoran con el tiempo. Don Ignacio Campero sigue siendo ese “señorón” al que he admirado por años.
Pocos insultos tan denigrantes hoy en día cuando por fortuna navegamos en la inmensidad del océano de la tolerancia y la libertad como son: “conservador”, “fanático” y, por si fuera poco, “moralista”. ¡Qué asco!
Pocos insultos tan denigrantes hoy en día cuando por fortuna navegamos en la inmensidad del océano de la tolerancia y la libertad como son: “conservador”, “fanático” y, por si fuera poco, “moralista”. ¡Qué asco!
Qué feo se siente querer y no poder. Me vienen a la memoria unas palabras de Pablo de Tarso cuando declara: “hago el mal que no quiero”, y cuántas veces he de reconocer que a mi me pasa lo mismo todos los días. Triste realidad tener que reconocer que nuestra voluntad está a la baja.
Alguna vez le escribí a Ricardo Arjona unas líneas en las que analizaba su canción: “Jesús es verbo, no sustantivo”, y en mi carta hacía referencia a un refrán popular muy conocido en Polonia que dice así: “Una conciencia tranquila se puede deber a una mala memoria”. Pues bien, el tema de la conciencia es de los más actuales que podamos encontrar, y lo seguirá siendo mientras el hombre siga siendo hombre.
Cuántas veces habremos contemplado escenas en las que se ven los desastres provocados por los ríos salidos de madre, arrasando lo que encuentran a su paso. Pues así suele suceder en la educación cuando los padres no tienen la suficiente fortaleza para encauzar a sus hijos.
Seguramente que todos nos habremos encontrado con esos errores, al leer o al escuchar, que nos llevan a entender exactamente lo contrario de lo que nos estaban diciendo. Esto solemos agrandarlo cuando son los demás quienes malinterpretan lo que nosotros les decimos.
Como nadar en basura
Con cierta frecuencia escuchamos el lamento de algunos padres de familia preguntando: “A como están los tiempos ¿qué les irá a tocar a nuestros hijos?”.
En mi artículo de la semana pasada titulado “Lástima de colegiaturas”, escribí que a veces encontramos a jovencitas… que se exhiben como gallinas en congelador de supermercado. Y una amable señora, en tono de duda, me hace llegar un elenco de posibles acepciones sobre esta frase. Aprovecho aquí para copiarlas, pues me parece un exquisito ejemplo del ingenio femenino:
El que tiene más saliva traga más pinole, y en tierra de ciegos el tuerto es rey, por eso cuando la mayoría de la gente vive de slogans publicitarios -que son los modernos dogmas de fe- quienes tienen facilidad de palabra son valorados como filósofos, y sobre todo en los medios de comunicación masiva. En nuestra cultura mediática la sabiduría se identifica con la verborrea, con la palabrería, con el discurso, por eso con frecuencia a los locutores se les trata como semidioses.