Padre Alejandro Cortés González-Báez
Aventuras automovilísticas
Lupita Treviño me contó lo siguiente: “Este pasado jueves tuve un capítulo encantador en mi vida. Un regalote divino, definitivamente. Le di un pequeño alcance a un coche, conducido por una dama maravillosa, de edad similar a la mía. Bueno, digamos que fue un choque entre damas, pero ella que era, digamos, la víctima, con una altura moral que no olvidaré. Sé que yo no hubiera reaccionado así -desde el otro lugar- con tanta dulzura y tranquilidad.
Tal parece que hoy en día uno de los temas de mayor impacto en la opinión pública es el éxito de algunas películas; sin embargo, pienso que hay otro de importancia muy superior por sus repercusiones en la vida familiar y en el desarrollo de la personalidad de todo ser humano. Estoy hablando de la autoridad de los padres de familia frente a sus hijos, y acerca de ello me recomendaron un artículo publicado en “www.aciprensa.com” en su sección de “Matrimonio y familia”.
¿Quién de nosotros no ha visto en un parque la típica escena protagonizada por dos minúsculos niños que terminan llorando mientras se dirime la propiedad legal de una pelota? Este tipo de conflictos tiene una explicación muy sencilla. Cuando un pequeñito se encuentra una pelota, un triciclo, o cualquier otra cosa, simple y sencillamente la considera como suya. Su razonamiento es elemental: Niño (o sea yo) pelota; pelota niño, niño-pelota; pelota-niño... sin más trámites.
Tener hijos es uno de esos asuntos que no requiere de ninguna preparación formal; pero ser un auténtico padre de familia exige el ejercicio de decenas de virtudes dentro de un esquema claro de valores y una adecuada preparación pedagógica. Es decir, entre tener hijos y ser un buen padre, existe una diferencia tan grande como la que encontramos entre un charco y el agua pura.
Estimados amigos, como muchos de ustedes ya estoy harto de politiquería, pendencias, códigos, noticias sobre los divorcios de los artistas, atentados y todo por el estilo. Esta semana quiero ocupar mis líneas para aligerar un poco nuestro paso por este valle de lágrimas, pues es bueno descansar con otro tipo de asuntos; para ello copio una carta que envió a su casa un estudiante foráneo a su familia. Aclaro que el autor se llama Anónimo.
Hace poco leía -aunque no recuerdo dónde- una frase que llamó mi atención, y me hizo reflexionar en una realidad de vital importancia: “cada quien tiene su propia religión”. Si Ustedes, queridos lectores me tienen un poco de paciencia, les diré porqué estoy total y absolutamente de acuerdo con esta afirmación, para lo cual necesito ir por pasos. Comencemos, pues echando un vistazo, a vuelo de pájaro, sobre el ambiente en el que vivimos.
Cuenta el Dr. Jorge Bucay que muchas personas acuden a él contando que sus vidas transcurren de manera monótona y sin expectativas, que trabajan sólo para subsistir y no saben en qué ocupar su tiempo libre. En fin, palabras más, palabras menos, están verdaderamente desesperanzadas. Antes de contarme esto ya habían visitado otros consultorios en los que recibieron la condolencia de un diagnóstico seguro: “Depresión” y la infaltable receta del antidepresivo de turno.
El 9 de enero del 2002 será el centenario del nacimiento del Beato Josemaría Escrivá, por ello, esta vez quiero copiar algunos textos de una entrevista concedida al diario italiano “Avvenire” por Mons. Javier Echevarría, obispo prelado del Opus Dei en la que habla de la naturaleza y las actividades de esta prelatura personal en todo el mundo.
Noviembre 17 al 20: Trigésima Convención Nacional de la Cruz Roja Mexicana, siendo Monterrey la sede. Dos mil cuatrocientos participantes. Lugar: Cintermex. Se ve a la gente contenta e interesada en los diversos temas. Muy buena organización, y colaboración de todo tipo de empresas para que las cosas marchen bien. Tomo la revista “suma”, muy bien impresa, y leo con gusto varios artículos, de los cuales transcribo el último:
En una circular del 17 de agosto del 2005, firmada por Mons. José Guadalupe Martín Rábago y Mons. Carlos Aguiar Retes, quienes a la sazón fueran Presidente y Secretario de la Conferencia Episcopal Mexicana, y dirigida a las cabezas de las iglesias particulares, ministros sagrados y pueblo de Dios en general, se toca un tema tan importante como delicado: Las bendiciones que, en ocasiones, solicitan a los clérigos algunos divorciados que han contraído nuevas nupcias ante las leyes civiles o, incluso, viven en unión libre con otra pareja.