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miedo

El miedo a la vida

Si digo sí -con palabras- pero muevo la cabeza de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, la gente con quien esté no va a entender qué quiero decir. Si me la paso enseñando a los pequeños que no deben decir mentiras y me escuchan decirlas, se sentirán defraudados o, por lo menos, confundidos. Si hablo del respeto al medio ambiente, pero tiro basura en la calle, en las carreteras y en los bosques, con razón me expongo a ser calificado como hipócrita.

El miedo al todo

La vida es la vida y la muerte es la muerte. Mientras estoy vivo, vivo, y cuando muera estaré muerto de ahí en adelante. Esta vida es temporal y lo que viene después será para siempre. Por lo cual, más me vale dedicar algo de mi valiosísimo tiempo a pensar en mi futuro -pero no en el futuro próximo: mañana, el próximo fin de semana o las próximas Navidades sino en lo que me espera más allá del momento en que alguien levante mi acta de defunción declarándome como el cadáver muerto de un difunto fallecido. 

Nuestro amigo el miedo

Copio el relato de un amigo: “Resulta inolvidable enfrentarse a la indescriptible experiencia de hacer un recorrido navegando por un río dentro de un cañón. Las cosas se ponen especialmente interesantes cuando se pierde el control y uno queda al dominio caprichoso del agua y atorado en las ramas de algún árbol, de esos que no crecen dentro del agua, sino que son arrastrados por las fuertes corrientes hasta que chocan con algunas rocas y allí se quedan como telarañas en espera de sus víctimas.

El miedo a la vida

Si digo sí -con palabras- pero muevo la cabeza de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, la gente con quien esté no va a entender qué quiero decir. Si me la paso enseñando a los pequeños que no deben decir mentiras y me escuchan decirlas, se sentirán defraudados o, por lo menos, confundidos. Si hablo del respeto al medio ambiente, pero tiro basura en la calle, en las carreteras y en los bosques, con razón me expongo a ser calificado como hipócrita.

Hablar de Dios: ¿Un tema tabú?

En nuestra sociedad postmoderna parecería que hablar de Dios está mal visto. Si se comenta en alguna reunión social algún tema relacionado con la trascendencia de la existencia humana, de inmediato, algunos se apresuran a colocarte la etiqueta de “mocho”, “persignado”, “retrógrado”, etc. Es una pena que esto suceda y que muchos otros prefieran callar o silenciar este tema para no ser criticados.