El Sacramento del Perdón
El Sacramento del Perdón
En su libro El secreto del Padre Brown, dice Chesterton: “No existe un hombre que sea realmente bueno mientras no sepa con exactitud cuan malo puede llegar a ser” (p. 17 Plaza Janes).
El Sacramento del Perdón
En su libro El secreto del Padre Brown, dice Chesterton: “No existe un hombre que sea realmente bueno mientras no sepa con exactitud cuan malo puede llegar a ser” (p. 17 Plaza Janes).
Mi historia es dolorosa de compartir, pero quiero que conozcas lo que me ocurrió para que no vayas a ser lastimada como yo. Tenía 23 años y siempre había planeado ser virgen al casarme. Soñaba con andar por la nave de la Iglesia con un vestido blanco, signo de mi pureza y del regalo que daría a mi esposo. Esto era muy importante para mí y me ayudó a permanecer fuerte por mucho tiempo. Ojalá que hubiera perseverado, pero no fue así.
Se lo dije a mis padres...
Resulta frecuente durante el tiempo de Cuaresma que se pongan de acuerdo varios sacerdotes para llevar a cabo tandas de confesiones de manera que, reuniéndose varios en una iglesia, se anime a los fieles a confesarse un día determinado aclarando que se administrará este Sacramento a todos los que se acerquen. Lo cual resulta bastante positivo sobre todo para quienes se supone que nunca encuentran tiempo para confesarse.
Por correo electrónico me enviaron el siguiente relato: Había un niño pequeño de nombre Pedro, al que no se sabe por qué, todos llamaban Pedrito. Él estaba pasando unos días de visita en la granja de sus abuelos. Pedrito tenía una resortera con la que jugaba todos los días. Solía ir al bosque de cacería, pero nunca pudo matar ningún animal.
Pocos insultos tan denigrantes hoy en día cuando por fortuna navegamos en la inmensidad del océano de la tolerancia y la libertad como son: “conservador”, “fanático” y, por si fuera poco, “moralista”. ¡Qué asco!
A los trece años, Juan María no sabía leer ni escribir. El francés lo hablaba mal pues en su granja usaban el dialecto de la zona. Cuando decide hacerse sacerdote tiene alrededor de 20 años. Escribe: “No podía depositar nada en mi torpe cabeza”, recuerda años más tarde. El latín no le entra pues tampoco sabe gramática francesa. Se queda noches estudiando, pero no avanza. Llega a desesperarse, y un día comunica al reverendo Balley: “Quiero volver a mi casa”. Le hace cambiar de opinión cuando le dice que “entonces, ¡adiós a tus planes! ¡adiós al sacerdocio! ¡adiós a las almas!”.
El derecho a la libertad de expresión, la ética profesional y el bien y sentido común imponen a todo medio o periodista, que se precie de tal, una barrera infranqueable que por ningún motivo debe traspasarse.
Una gran conmoción popular y unos muy duros calificativos por parte del Vaticano, le han merecido al diario italiano “L,expresso” por revelar secretos de confesión que algún periodista, con afán de notoriedad, reveló tras una fingida reconciliación sacramental..
Está fuera de toda duda la importancia que para la vida de fe de los bautizados, para la vida testimonial de una comunidad y para la santidad de la Iglesia católica, tiene el sacramento de la confesión.
La causa de crisis de fe de muchos católicos, del apostolado en congregaciones y grupos de la Iglesia, quizá radica, entre otras, en el abandono, poco aprecio de este sacramento, uno de los 7 instituidos por Cristo para hacer presente su santificación y salvación..