Violencia y sus raices
Por todas partes, en España y fuera de ella, vemos y oímos cómo se va extendiendo una ola creciente de disturbios, enfrentamientos, incendios, protestas, cortes de carreteras, manifestaciones y toda clase de violencias.
Por todas partes, en España y fuera de ella, vemos y oímos cómo se va extendiendo una ola creciente de disturbios, enfrentamientos, incendios, protestas, cortes de carreteras, manifestaciones y toda clase de violencias.
En la preciosa encíclica de Juan Pablo II sobre La Eucaristía y la Iglesia , en la que ha volcado todo el amor de su corazón sacerdotal, plenamente enamorado de Jesucristo en la eucaristía, ha escrito un apartado (25 b) que merece meditarse con detenimiento por todos los cristianos y sacar las consecuencias pertinentes.
Un verdadero cristiano ha de saber relativizar todo -trabajo, familia, política, negocios, prestigio etc.- y comprender, de una vez por todas, que DIOS ES EL ÙNICO ABSOLUTO DE SU VIDA.
Ante el panorama de creciente descristianización e imparable secularización, que a ojos vistas se da en nuestra España, de nada sirven los lamentos ni enredarse en inútiles discusiones. Hay que atajar el mal cuanto antes y no andarse por las ramas.
Los creyentes sabemos que Dios habla al hombre de muchos modos y maneras. Uno de ellos es por medio de los acontecimientos gratos o menos gratos de la vida- ”señales de los tiempos-”en lenguaje evangélico.
La religión cristiana en modo alguno es, como a veces aparece a los ojos de los no entendidos, como una exhibición de lutos, dolor, sufrimiento y muerte. Ni siquiera en la liturgia del Viernes santo, en que la cruz aparece como el signo principal y central de la celebración, se refleja este sentido tristón y derrotista.
En verdad la cruz es signo de dolor, de humillación, pero también es signo de victoria y de salvación. La Iglesia conmemora el Viernes santo la Pasión y muerte de Jesús.
Para muchos es un momento realmente difícil. El hijo, la hija, sabe que ha sido llamado por Dios. Ha sentido algo en su corazón, ha reflexionado, ha hablado con un sacerdote para pedir luz y consejo. Por fin, llega a esta sencilla conclusión: “Dios me quiere para sí, Dios me llama a servirle con una donación de toda vida en la Iglesia”.
En España hemos desplazado a Dios de las leyes ,de la vida social y hasta ,en muchos casos ,de la vida familiar y personal. Muchos pensaron que Dios era un estorbo, algo innecesario y obsoleto. Se ha ido suplantando al Absoluto y Creador de todo, por los ídolos personales, hechos por manos humanas. Palpamos las consecuencias .
La generalidad de la ciudadanía española cuando se expresa espontáneamente sobre los temas que les afecta, coincide en afirmar el deterioro y pérdida de valores importantes en la vida actual.,referida a las personas, a las familias o a la misma sociedad.
Al comparar las diversas épocas o etapas de sus vidas constatan, con cierta nostalgia, el menos precio, cuando no la carencia de muchos valores, que ellos –los mayores- cultivaron en sus años jóvenes y de un modo u otro. trataron de inculcar a sus hijos.