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Ser como niños

Nos narra Mateo (18,3) cómo dijo Jesús a sus discípulos, mostrándoles un niño: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos».

Caray, eso no parece fácil… ¿hacernos como niños, para entrar en el Reino de los Cielos? Bien, lo intentaremos, pero algo tenemos que saber: ¿y qué es ser como niño? ¿Cómo son los niños, a diferencia de los adultos, los mayores? ¿Qué ha cambiado en ellos al dejar de ser niños?

Por los Sacerdotes

POR LOS SACERDOTES

¡Oh Dios, que constituiste a tu Hijo unigénito sumo y eterno sacerdote!; te rogamos que cuantos fueron elegidos por Cristo como ministros de tus misterios, se mantengan siempre fieles en el cum­plimiento de su servicio. Por nuestro Señor.

0 bien:

Señor Dios nuestro, que para regir a tu pueblo has querido servirte del ministerio de los sacerdo­tes; concédeles aceptar constantemente tu santa voluntad para que, en su ministerio y en su vida, busquen solamente tu gloria. Por nuestro Señor. 

Saber dar con caridad. Muere un prócer casi desconocido.

1) Para saber

Es un sentir común la necesidad que hay de ser justos y de vivir la caridad. Pero, ¿de dónde proviene la caridad? ¿cómo conseguirla? El Papa Benedicto XVI nos da la respuesta: “La caridad es amor recibido y ofrecido. Es «gracia» (cháris). Su origen es el amor que brota del Padre por el Hijo, en el Espíritu Santo. Es amor que desde el Hijo desciende sobre nosotros” (Caridad en la Verdad, n.5).

Señor quítame tiempo

Señor quítame tiempo

 

Señor te he dirigido frecuentemente una oración
decididamente sin sentido:
te he pedido tiempo.
Mi jornada de veinticuatro horas, no me basta.

Necesito al menos seis horas más
para responder a todas las llamadas,
atender a los compromisos,
despachar el trabajo retrasado,
responder puntualmente a las cartas.

Señor, que quieres de mi

Señor, que quieres de mi

 

 

Jesucristo, estoy aquí este momento delante de Ti para pensar un poco en la vida, en los demás, en mí, en tantas cosas que me dan vueltas en la cabeza y no logro entender sobre Ti, sobre el mundo, sobre mí mismo.

Quisiera hacer grandes cosas por Ti, por los hombres, para que mi paso por la historia no resultara vano.

Yo sé que en Ti está la Vida y la Verdad y por eso vengo a beber en la única Fuente capaz de apagar mi sed de verdad, de bondad, de belleza.

Señor, hoy me refleje en mis hermanos

Señor, hoy me refleje en mis hermanos

 

 

Señor,

Hoy pude verme reflejado en los ojos de mis hermanos,
y sentí angustia.

Mis ojos miraban con temor y desolación. Y no veían.
Mis manos pedían, señalaban y exigían. Y no daban.
Mis labios hablaban con ira y soberbia. Y no consolaban.
Mis oídos escuchaban mis propias palabras Y no oían.
Mi corazón latía frenético y duro. Y no amaba.
Mis pies se movían pisando caídos. Y no avanzaban.
Mis dones se ponían a mis órdenes. Y no servían.

Sagrada Familia de Nazareth

Sagrada Familia de Nazareth

 

Sagrada Familia de Nazareth;
enséñanos el recogimiento, la interioridad;
danos la disposición de escuchar las buenas inspiraciones
y las palabra del verdadero Maestro;
enséñanos la necesidad del trabajo, de la preparación, del estudio, de la vida interior personal, de la oración, que solo Dios ve en lo secreto: enséñanos lo que es la familia, su comunión de amor, su belleza simple y austera y su carácter sagrado e inviolable.
Amén

Silencio y Paz

Silencio y Paz

 

Silencio y Paz,
fue llevado al país de la vida.
¿para qué hacer preguntas?
Su morada, desde ahora es el descanso,
y su vestido la luz para siempre.
Silencio y Paz, ¿Que sabemos nosotros?

Señor, quiero ser como un niño.

Señor, quiero ser como un niño.

 

Señor:
Lo que me pides ahora es que sea dócil al Espíritu Santo.
Así cada vez me pareceré más a Ti y, por tanto,
seré mejor hijo de Dios.
Ayúdame, Jesús,
a tener la docilidad de un niño pequeño,
que sólo busca hacer la voluntad de su padre,
darle alegrías, y pedirle lo que necesita
con la confianza de que su padre también le quiere
y desea lo mejor para él.
Ayúdame también a nacer de nuevo una y otra vez.
Amen

Señor enséñanos a orar

Señor enséñanos a orar

 

 

Señor, tú sabes que yo no sé orar.
Enséñanos a orar...
Solo tú, Señor, sabes orar,
Tú oraste en la montaña, en la noche,
Tú oraste en las llanuras de Palestina,
Tú oraste en el huerto de tu agonía.
Tú oraste en la Cruz.
Tú solo, Señor, eres el maestro de oración,
y tu nos has dado a cada uno de nosotros,
como maestro personal, al Espíritu Santo,