Pablo: la centralidad de Cristo
Pablo: la centralidad de Cristo
Benedicto XVI
Audiencia del miércoles, 8 de noviembre de 2006
Queridos hermanos y hermanas:
Benedicto XVI
Audiencia del miércoles, 8 de noviembre de 2006
Queridos hermanos y hermanas:
Benedicto XVI
Audiencia del miércoles, 25 de octubre de 2006
Queridos hermanos y hermanas:
Medite
usted frecuentemente en lo que constituye el "principio y fundamento"
de la vida espiritual, es decir, en quién es Dios, en quién es usted,
cuáles deben ser sus relaciones mutuas, en su condición de creatura, en
su dependencia absoluta y total de Él, y por ese camino llegue usted a
una convicción íntima y profunda de que Dios es el Señor, y por ello,
tiene derecho a un absoluto dominio sobre usted y sobre su vida. Sólo
así vivirá usted con sencillez y docilidad la voluntad de Dios, fuera
Un
primer y gran paso en la vida espiritual es el de la humanidad radical:
el aceptar a Dios, a Cristo, como aquello que son: "mi Dios", "mi
Creador", "mi Redentor"; y también el aceptarnos a nosotros mismos como
aquello que somos: una creatura, una persona pecadora, débil y
limitada, una persona a quien han redimido gratuitamente. Cristo renovó
nuestra naturaleza caída por el pecado original, pero quiso que
lucháramos hasta la muerte por conquistar nuestro ideal. Lo que a Él le
En
estos días estamos contemplando con la Iglesia el misterio de la
Resurrección de Cristo, misterio de luz y de vida nueva, que nos es
inoculada y que irradia sobre nuestro caminar por el mundo. Acércate a
Él y déjate iluminar, descorre cortinas, contraventanas, barreras
opacas, y simplemente deja que los rayos del sol lleguen hasta tu
interior. Nada viriliza tanto el carácter de un hombre como esta
luminosidad y verdad de su conducta.
La naturaleza humana es preciosa, Dios se admiró de ella y dijo “que era buena”
Tengo la impresión de que ordinariamente en todos los niveles del ámbito académico, pero mucho más en el laboral, se les suele apostar a los inteligentes. Cosa distinta de lo que pasa en el ambiente familiar. Pero luego resulta que en el desempeño de las diversas actividades del ser humano, la inteligencia no siempre es el factor de mayor importancia. No resulta raro que la gente demasiado lista pueda tener problemas de integración social.
El mal se nos presenta como un misterio. El hambre de niños inocentes, la derrota de pueblos indefensos ante invasores despiadados, la traición en la vida matrimonial de quien parecía bueno, el fraude del amigo que toma el dinero de un préstamo y nos deja en una situación desesperada, esa enfermedad que inicia precisamente cuando acabamos de lograr un trabajo...
Fuente: catholic.net (con permiso del autor)Es fácil encontrar a personas que no saben exactamente qué es el pecado, cuáles son los tipos de pecados que existen, y cómo distinguir si una cosa que han hecho es o no es pecado. Son personas que quizá han ido a varios cursos de catequesis, han estudiado religión, han nacido tal vez en una familia cristiana. Pero sobre este tema, por motivos diversos, las ideas están más bien confusas, y no distinguen bien entre los actos que nos alejan de Dios y de la Iglesia (eso es el pecado) y los que no.
Vivimos en un mundo de prisas, de resultados, de competición frenética. Muchas veces caemos en el activismo, parece que existimos sólo para responder a la urgencia del momento.
Nos limitamos a considerar nuestros puntos fuertes o débiles, ese éxito profesional o esa derrota futbolística. Se suceden en nuestro corazón estados de euforia emotiva y momentos tristes y amargados... Todo pasa y todo llega como si la vida en esta tierra fuese lo único al alcance de nuestras manos, lo único por lo que vale la pena un poco de esfuerzo.