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La purificación interior

En la lucha por adquirir la perfección espiritual, la santidad, el asemejarnos más y más con Cristo debemos tener muy presentes los enemigos de nuestra alma. Ya hemos hablado de ellos anteriormente. ¿Lo recuerdas? Mencionábamos el demonio, el mundo y nosotros mismos.

¿Qué hacer para defendernos de los enemigos del alma?

La respuesta la encontraras en los siguientes artículos:

¿Cómo nos mancha el pecado?

¿Puedo limpiar mi corazón?

Atrévete a cambiar

Cambia lo que puedas cambiar

Pureza

Pureza

Juan Pablo II dice: La pureza no es sólo abstenerse de la impureza, o sea, la templanza. No se trata simplemente de permanecer célibes, porque la virginidad no se limita al solo “no”, sino que contiene un profundo “sí” en el orden esponsal: el darse por amor de manera total e indivisa” La vocación al celibato es profundamente personal, irrepetible.

Psicología de la tentación

Psicología de la tentación

No pedimos a Dios que no tengamos tentaciones, sino que no nos deje caer en ellas. Las tentaciones son a la vez pruebas, ocasiones para afirmar el amor a Dios. “Bienaventurado el hombre que sufre tentación, porque, una vez probado, recibirá la corona de la vida que Dios prometió a los que le ama”n (St 1,12).

¿Por qué ir a Misa el domingo?

¿Por qué ir a Misa el domingo?

-“¿Qué es la Misa?”, pregunté.

Pero rara vez es bien contestada por los mismos católicos.

-¿Qué es la Misa? ¿Es la palabra de Dios?

-¡No! Es mucho más que eso. No es una asamblea ni una fiesta, es la repetición del Sacrificio de Cristo en la Cruz. ¡Tiene por tanto valor infinito!

Con frecuencia dice la gente:

-No voy a Misa si no me nace.

Le podríamos contestar:

-Primero investiga qué es la Misa, y luego considera si en el mundo hay algo más grande que ella.

Psicología de la tentación

Psicología de la tentación

No pedimos a Dios que no tengamos tentaciones, sino que no nos deje caer en ellas. Las tentaciones son a la vez pruebas, ocasiones para afirmar el amor a Dios. “Bienaventurado el hombre que sufre tentación, porque, una vez probado, recibirá la corona de la vida que Dios prometió a los que le ama”n (St 1,12).

Padres que consienten a sus hijos

  “El verdadero amor no consiste en ceder siempre, en ser blando, en la mera dulzura”, dice el Cardenal Ratzinger, actual Benedicto XVI, y continúa: “la ira no necesariamente debe ser opuesta al amor. Un padre no cumpliría con su obligación y deseo de amar, si por ponérselo más fácil al otro, no interviniera a veces críticamente en su vida, no lo corrigiera.