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Careta o sinceridad

Careta o sinceridad

El ser humano es el ser que necesita absolutamente la verdad. La verdad sobre sí mismo, sobre el mundo y sobre Dios. Todos los problemas nacen de que no sabemos aceptar la realidad.

Las personas, antes de revelar lo que son, presentan una imagen de como quieren ser conocidos; pero lo que realmente son está en su intimidad. La intimidad es lo que nos hace reconocernos a nosotros mismos, e ir adelante, es lo que nos hace ser como somos y lo que nos potencia. Nos realizamos desde dentro. Esto permite que construyamos un mundo humano.

La cruz, símbolo del amor de Dios


Es conveniente levantar los ojos hacia la cruz de Cristo y meditar en lo
que ella significa y en lo que ella nos enseña. Cristo pudo redimirnos
de mil maneras. Simplemente su nacimiento hubiera bastado para
reconciliarnos con Dios. Sin embargo, escogió la cruz, el dolor, la
humillación, el sufrimiento, la privación como programa de su vida.
¿Por qué? Precisamente, porque pensó en usted y en mí y en todos, y en
que nosotros nos tendríamos que enfrentar a una vida de lucha hasta la
muerte.

La cruz es el precio de la felicidad

Sin embargo, no olvide una cosa: la cruz no lo es todo. Cristo murió en
ella para resucitar; y así la cruz se convierte en signo de victoria.
La cruz, por tanto, en la vida del cristiano, es sólo la condición de
su felicidad, la puerta hacia el gozo, la paga a la comunión con Cristo
y al amor del Padre. Fijarse en la cruz y no ver más que el dolor, es
como vivir sin esperanza. Busque usted en la cruz de todos los días a
Cristo resucitado, porque sólo la resurrección da sentido a la cruz.

Cada quien su religión

Hace poco leía -aunque no recuerdo dónde- una frase que llamó mi atención, y me hizo reflexionar en una realidad de vital importancia: “cada quien tiene su propia religión”. Si Ustedes, queridos lectores me tienen un poco de paciencia, les diré porqué estoy total y absolutamente de acuerdo con esta afirmación, para lo cual necesito ir por pasos. Comencemos, pues echando un vistazo, a vuelo de pájaro, sobre el ambiente en el que vivimos.

Condición indispensable

La abnegación nos la puso Jesucristo como condición indispensable para
poder seguirle. Es verdad que resulta molesta y fastidiosa para nuestra
naturaleza, pero no se consigue un oro fino sin pasarlo por el crisol,
ni se levanta un hermoso edificio sin ahondar en la tierra y poner unos
fuertes cimientos. No hay vida sin sacrificio, sin penas, sin luchas,
pero qué consuelo tan grande para los que creemos en Cristo: nada
quedará sin escribirse en el libro de la vida, ni esa renuncia que te

Cruz y fidelidad


Es un
misterio el hecho de que Cristo haya unido de forma tan admirable, la
experiencia de la felicidad a la experiencia de la entrega y de la
cruz. No es el dinero, ni el placer, ni el poder el origen de nuestra
felicidad, sino la vivencia de una fe sencilla y auténtica. No es el
abandono espiritual o la comodidad lo que satisface al hombre, sino la
identidad entre su ser cristiano y humano en un esfuerzo por vivir ese
único fin del hombre que es Dios. Por eso, quien acepta a Dios hecho

Cadaunadas

¿Quién no ha escuchado a algún adolescente quien sincerándose y en tono triste haya dicho: “es que mis papás no me entienden”. Otros incluso llegan a decir: “es que la traen contra mí”, confesando que estas ideas hieren sus inteligencias y, sobre todo, sus corazones.

Calumnia e ingratitud

 Cuentan que estaba un conejo acurrucado en su madriguera protegiéndose del frío invernal cuando apareció un sapo pidiéndole albergue. El conejo le explicó que el espacio era muy pequeño y, por lo tanto, no reunía las condiciones para poder estar los dos con un mínimo de comodidad, pero ante la insistencia del sapo, el conejo le dio hospedaje. Después de un buen rato, el sapo comenzó a inflarse, pues en aquella oquedad la temperatura era mucho más benigna que en el exterior.