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A vueltas con la ética

 

 

La ética inicia allí donde se reconoce que no todos los deseos son buenos, cuando descubrimos que hace falta discernir entre deseos buenos y deseos malos. Así de fácil y así de difícil...

En la familia la ética se vive de modo espontáneo. Los padres observan al hijo pequeño y lo apartan del fuego, de un insecto peligroso, de esa manía que le hace pasar cualquier cosa extraña por la boca.

¿A quién educamos?

 

 

Para establecer un programa educativo tenemos que partir de una idea de hombre. Esto implica dos cosas: primero, tener claro lo que significa ser miembro de la especie humana; segundo, acertar en la mejor manera de educar a cada niño que empieza su camino educativo hacia su plenitud humana.

Ayudas a la honestidad

  Ayudas a la honestidad

 

Es hermoso encontrar a un hombre de principios rectos, a quien vive honestamente. Tiene una conciencia bien formada, sabe lo que tiene que hacer, asume sus deberes. Vive en línea recta, sin trampas, sin engaños, sin escapatorias.

Los hombres honestos, sin embargo, no son seres de otro planeta. Como cualquier otro, tienen sus momentos de debilidad, sufren tentaciones, sucumben. Si los honestos, si los mejores, fallan, es mucho más frecuente la caída entre quienes viven en la zona estadística de “los normales”...

Aquí estamos

Aquí estamos, en la vida. Un día inició nuestra existencia. Desde un amor o un “accidente”. Desde esposos o entre novios. En tiempo de paz o bajo el ruido de las bombas. En el “mejor” momento o cuando parecíamos ser sólo un problema más en la vida de una familia pobre y preocupada.

El Acolitado

Es alentador observar en misa la figura de los acólitos: niños o niñas que con un vestido apropiado asisten al sacerdote en misa: le ayudan con el misal, las ofrendas, el lavatorio de las manos y portando la charola de la comunión.

Hago la aclaración de que en este artículo no me referiré a estos acólitos, sino a los varones que reciben el ministerio del acolitado. Para hacer una diferencia entre estas dos personas, el mismo Juan Pablo II ha utilizado la palabra monaguillo al referirse a esos niños y niñas que ayudan al sacerdote en el altar.

A los 23 años...

A los 23 años se está en la plenitud de la vida. Las veleidades de la adolescencia han quedado 

atrás y se comienza a vivir la juventud, que en palabras de Rubén Darío es un “divino tesoro”. 

A los 23 años los horizontes son inmensos y se contempla la vida como un campo enorme listo para ser sembrado. No hay nada que parezca interponerse entre lo imaginable y aquello que podemos poner en práctica.

El anillo de oro

El anillo de oro

Una niña de nueve años expresa con el canto su felicidad, su gozo de poder salir a pasear con su padre. Le impresiona especialmente algo que toca entre los dedos de papá. Algo que nunca se quita, que lleva en la ciudad y en el campo, cuando va al trabajo y cuando recoge los juguetes de los niños. ¿De qué se trata? De un anillo de oro.