Es alentador observar en misa la figura de los acólitos: niños o niñas que con un vestido apropiado asisten al sacerdote en misa: le ayudan con el misal, las ofrendas, el lavatorio de las manos y portando la charola de la comunión.
Hago la aclaración de que en este artículo no me referiré a estos acólitos, sino a los varones que reciben el ministerio del acolitado. Para hacer una diferencia entre estas dos personas, el mismo Juan Pablo II ha utilizado la palabra monaguillo al referirse a esos niños y niñas que ayudan al sacerdote en el altar.
El acolitado pertenece a los ministerios de la Iglesia. ¿Qué son y cuándo nacieron estos ministerios?
Con el fin de dar a Dios el culto debido y prestar un servicio adecuado al pueblo de Dios la Iglesia estableció desde tiempos remotísimos algunos ministerios según los cuales se confiaba a los fieles ejercer oficios en la liturgia y en la caridad, acomodados a los diversos tiempos y circunstancias.
Algunos de estos cargos más estrechamente ligados con la liturgia, es decir con el culto divino, fueron poco a poco tenidos como instituciones previas a la recepción de las órdenes sagradas, concretamente al sacerdocio o presbiterado. De esta manera el ostariado, el lectorado, el exorcistado y el acolitado se consideraron en la Iglesia como órdenes menores en relación con el diaconado, al presbiterado y al episcopado, que fueron denominadas órdenes mayores. Por regla general se tenía que para llegar al diaconado se debía pasar antes por las órdenes menores.
Sin embargo el Papa Paulo VI, en consonancia con el espíritu del Concilio Vaticano II hizo una revisión de estas órdenes menores y realizó las siguientes adaptaciones:
- Las órdenes que hasta ahora se llamaban menores, en lo sucesivo se deben llamar ministerios.
- Los ministerios pueden confiarse a fieles laicos, y no se considerarán reservados únicamente para los aspirantes al sacramento del Orden sacerdotal.
- Los ministerios que se han de conservar en toda la Iglesia, adaptados a las necesidades actuales serán el de lector y el de acólito.
- En armonía con la tradición de la Iglesia la institución de lector y de acólito está reservada a los varones.
- Los ministerios son conferidos por el Obispo mediante el rito litúrgico de la institución de lector y de la institución de acólito.
- Para los que van a recibir el diaconado y el sacerdocio, deben recibir los ministerios de lector y acólito y ejercerlos durante un tiempo adecuado, para disponerse mejor a los futuros oficios de la Palabra y del Altar.
Estas mismas disposiciones quedaron recogidas en el Código de Derecho Canónico, en el canon 230 donde establece lo siguiente: “Los varones laicos que tengan la edad y las condiciones determinadas por la Conferencia Episcopal pueden ser llamados para el ministerio estable de lector y acólito, mediante el rito litúrgico prescrito; sin embargo la colación de esos ministerios no les da derecho a ser sustentados o remunerados por la Iglesia.”
De esta manera la Iglesia establece una clara diferencia entre ministerio y sagradas órdenes. Los laicos que por llamado y disponibilidad especial quieran ayudar a la Iglesia en el servicio de la Palabra y del Altar, lo pueden hacer, sin dejar su condición de laicos, a través del ministerio permanente de lectorado y acolitado. También lo podrán hacer a través del diaconado permanente, pero siendo éste no ya un ministerio sino una órden sagrada, aunque sin dejar su estado laical.
Las funciones de un acólito son: cuidar del servicio del altar, ayudar al diácono y al sacerdote en las acciones litúrgicas, especialmente en la celebración de la Misa, distribuir la sagrada comunión como ministro extraordinario de la eucaristía, según las condiciones que más adelante se verán en el artículo de ministro extraordinario de la Eucaristía. En idénticas condiciones podrá exponer públicamente el Santísimo Sacramento de la Eucaristía a la adoración de los fieles y podrá luego reservarlo, pero no puede dar la bendición. Puede además instruir a los fieles que ayudan en las acciones litúrgicas como son las de llevar el Misal, la cruz, los cirios u otras funciones similares.