“¡Ya sólo faltaba…!” ─dirá alguno: “¿No eran suficientes tres crisis –¡y de qué tamaño…!: la financie ra, la de inseguridad y la del narcotráfico─ como para tener que afrontar una crisis más: la sanitaria? Sí que “llueve sobre mojado”.
El hecho es que esta crisis de salud nos está obligando a todos a una cierta “encerrona” en casa. Y ya se están sugiriendo mil maneras de consumir ─“matar”, decimos a veces─ el tiempo sin salir.
Pienso que el virus de la influenza ─“virus inteligente”, como lo definieron en algunos medios─ puede sugerirnos un recurso válido para esta situación: el contagio.
Estos días son una oportunidad única para el “contagio”.
- Contagiarnos la fe para creer una vez más que “no hay mal que por bien no venga”.
- Contagiarnos la esperanza, para estar seguros de que “también de ésta vamos a salir”.
- Contagiarnos el amor para “con-vivir” ─nunca mejor dicho─ en familia esta crisis sanitaria.
- Contagiarnos el espíritu de oración, dedicando un tiempecito en familia a pedir a Dios por nuestra ciudad, nuestro estado, nuestro país; por el mundo entero.
- Contagiarnos la alegría de poder estar “obligadamente” juntos, quizá desempolvando un entretenido juego de mesa antes de encerrarnos en nuestro iPod personal, computadora o jueguito electrónico.
- Contagiarnos las ganas de platicar de tantas cosas de las que normalmente no se platica por la prisa de la vida.
- Contagiarnos el gusto por la lectura de un buen libro o por un hobby sano ─como un instrumento musical, la pintura o alguna manualidad.
Realmente, no hay mal qu e por bien no venga… ¡Feliz contagio!