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Ven Espiritu de amor

Ven Espiritu de amor

Amor divino, lazo sagrado que unes al Padre omnipotente y a su

bienaventurado Hijo, todopoderoso Espíritu consolador, dulcísimo

consolador de los afligidos, penetra con tu soberana virtud lo más

profundo de mi corazón; que tu presencia amiga llene de alegría, por

el brillo deslumbrante de tu luz, los rincones oscuros de mi morada

abandonada; ven a fecundar con la riqueza de tu rocío lo que ha

marchitado una larga sequía.

Desgarra, con un dardo de tu amor, el secreto de mi desorientado ser

interior, penetrando con tu fuego salvador la médula de mi corazón

que languidece y consume, proyectando en él la llama de un santo

ardor.

Júzgame Señor, y separa mi causa de los impíos. Enséñame a hacer tu

voluntad, porque tú eres mi Dios. Sí, creo que donde tú habitas,

estableces también la mansión del Padre y del Hijo. Dichoso el que

sea digno de tenerte por huésped, puesto que por ti el Padre y el

Hijo harán en él su morada.

Ven, pues bondadosísimo consolador del alma que sufre, ayuda en la

prueba y en el descanso. Ven, tú que purificas las manchas, tú que

curas las llagas. Ven, fuerza de los débiles, sostén de los que caen.

Ven doctor de los humildes, vencedor de los orgullosos. Ven, dulce

Padre de los huérfanos, juez de las viudas lleno de mansedumbre. Ven,

estrella de los navegantes, puerto de los náufragos. Ven, esperanza

de los pobres, consuelo de los que desfallecen. Ven, gloria insigne

de todos los vivos.

Ven, el más santo de los espíritus; ven y ten piedad de mí. Hazme

conforme a ti e inclínate hacia mí con benevolencia para que mi

pequeñez encuentre gracia ante tu grandeza, mi impotencia ante tu

fuerza; según tu inmensa misericordia por Jesucristo mi salvador, que

vive en unidad con el Padre y contigo, y que siendo Dios, reina por

los siglos de los siglos.